Estamos ante un presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que no convalida ni a la candidata que por años y con lustre razonable ha militado en el instituto político que hoy baja la guardia y recibe el puñetazo que lo deposita en la lona de la derrota. Sin embargo, bien se sabe que en la política no existen casualidades; menos los disparates para un personaje que vive y respira de la grilla sotanera como lo es Alejandro Moreno.
Pero por igual hay que tener claro que, por la ubicación que tiene como máximo dirigente en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), su expresión no se deja en lo pasajero y tiene una serie de consecuencias que sin duda el presidente del PRI conoce y ha medido a fondo.
Su intención para debilitar a media labor de encuesta a Beatriz Paredes Rangel lleva escondido veneno y servilismo a la vez. Veneno para cimbrar la línea de flotación de la aspirante y de su numeroso equipo de promotores, y servilismo para los opositores políticos, fundamentalmente de Morena, quienes reciben esta generosidad como un auténtico regalo para reforzar su propia narrativa en contra del proceso y candidatas del Frente Amplio por México (FAM). A partir de este suceso, el argumento de que en el frente opositor los dados ya estaban cargados a favor de Xóchitl Gálvez será la línea conductora de discursos y discusiones por parte de los partidarios del partido color guinda.
La actitud del que se ha considerado como el peor presidente en la historia del partido tricolor no es de extrañarse cuando se hurga en sus antecedentes. Lo deseable sería la defensa con vehemencia a la única candidata de su misma filiación que se mantiene en la contienda. Sin embargo Paredes, en su institucionalidad forjada en el acero de la disciplina y los años, difícilmente se convertirá en una contestataria o denunciante de la fechoría de Alito. Fiel a su estilo, ha optado por la prudencia sobre la confrontación y en ello quizá radique su principal debilidad ante este contexto.
Coto de poder
La política que implica el favorecimiento exclusivo de intereses personales se ha hecho una constante en el PRI. Esta reciente declaración resulta un desánimo anticipado para un priismo que alicaído y derrumbado empezaba a creer en una posibilidad de resurgimiento. Una candidata que es dueña de una oratoria educada y una trayectoria engrosada en la experiencia de las décadas resultaba sumamente atractiva para una militancia priista que cada vez presenta más disidencias. Sin embargo, no hay que dudar que en este esquema de anticipo de la declinación y debilitamiento de su propia candidata vaya encaminada la negociación de espacios propios y convenientes para un muy pequeño círculo cercano de quien se convirtió en dueño y rey de un PRI tambaleante.
Lo cierto es que una fractura por este tipo de diferencias encauzadas a quien menos favorece es al propio FAM. El Partido Acción Nacional (PAN) estaría urgido de la estructura operativa que territorialmente sabe moverse con destreza. Esa estructura, a pesar de los tropiezos, es mayormente priista y debería trabajar en coordinación con los breves reductos operativos que de a pocos ha dejado el PAN diseminados en el territorio nacional. Por otra parte, la operación para el acomodo consensuado de Paredes tendrá que llevarla a un lugar más amplio, donde incluso podría acumular un poder político mayor que el mismo presidente del partido. Por ello acotar su avance y posible futuro permite a Moreno conservar su coto de poder, el cual ha quedado claro que no está dispuesto a soltar.
Pero quienes más perdemos somos los mexicanos en un contexto de duda y falta de credibilidad del político. A estas alturas es impensable tener en el horizonte procesos internos que privilegien la aportación de propuestas y proyectos. Nuevamente nos hemos reducido a discusiones de quién es mejor y quién puede gritar con mayor estridencia para señalar los defectos ajenos. Del PRI ya nada debería sorprendernos. Desde el propio desaseo y simulación, en sus procesos internos ya se avizoraba que no sería una compañía valiosa para una coalición. Con un dirigente que busca blindaje y fieles que le aplaudan, poco podrá aportar a la ya lastimada democracia mexicana.