HUELLAS EN EL PAPEL: LA PRESENCIA ANIMAL EN LA NARRATIVA

“¿Qué sería de nuestras historias sin estos seres que escuchan nuestros pecados, pero nunca dicen nada?”

Ignacio Anaya
Columnas
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Animales Narrativa

Carl Van Vechten en su obra El tigre en la casa: una historia cultural del gato (2017) escribe unas palabras relevantes para pensar en lo que brindan los animales a las obras ficticias: “Es cierto que los animales tienen un papel importante en la ficción, más importante de lo que se suele uno dar cuenta, pues un libro sin animales rara vez tiene vida”.

¿Qué es de un libro, película o serie sin la presencia de un perro, un gato o cualquier otro ser vivo no humano ni extraterrestre que le dé ambiente a esa realidad? ¿No acaso su existencia en una gran cantidad de historias antiguas, modernas o contemporáneas nos hace olvidarnos, aunque sea por un muy breve momento, de nuestra perspectiva antropocéntrica del mundo?

Muchas producciones de las más ilustres creatividades humanas hacen uso del reino animal por un sinfín de razones.

Van Vechten menciona entre sus tantos ejemplos al Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, donde el peculiar caballero entabla un feroz combate con estos felinos durante su estadía en el castillo del duque de Villahermosa: “Y quiso la suerte que dos o tres gatos se entraran por la reja de su estancia, y dando de una parte a otra parecía que una región de diablos andaba en ella (...) Levantóse don Quijote en pie y, poniendo mano a la espada, comenzó a tirar estocadas por la reja y a decir a grandes voces:

“—¡Afuera, malignos encantadores! ¡Afuera, canalla hechiceresca, que yo soy don Quijote de la Mancha, contra quien no valen ni tienen fuerza vuestras malas intenciones!”

El escritor mexicano decimonónico Manuel Payno hace uso de los animales en su obra Los bandidos de Río Frío (c.1891) para agregar un toque del realismo de su época a la descripción de los entornos: “Los que transitan por las calzadas apenas ven atravesar esta extraña población a uno que otro perro flaco, algún burro, que arranca las yerbas que nacen en las paredes de las mismas casuchas (...)” Tal vez una manera de apelar al imaginario del lector con una escena recurrente en México, igualmente para recordarle que estos seres vivos son también testigos de nuestras historias:

“Un día hubo, en la despensa donde encontraron a Evaristo bebiéndose el vino de su nuevo amo, una de todos los diablos. La vieja se fue a escobazos encima de Evaristo; la recamarera, que tenía algo más que simpatías por el mozuelo, lo defendió, azotando las espaldas de la cocinera con una sarta de chorizos de Toluca (...) los dos gatos de la casa se sacaron entretanto el asado que estaba ya dispuesto, y el perro ladraba a todo el grupo).

Perspectiva

¿Qué sería de nuestras historias sin estos seres que escuchan nuestros pecados, pero nunca dicen nada?

Claro que además se encuentran una gran cantidad de obras que giran alrededor de animales, con versiones “humanizadas” de ellos. Surgen como analogías a la realidad humana y con comentarios sobre esta. Están Rebelión en la granja (1945), de George Orwell; o Maus (1977-1991), de Art Spiegelman. Son trabajos irónicos en el sentido de que es a través de seres no humanos donde se examina la propia condición humana.

La incorporación de animales en una abundante cantidad de obras muestra la conexión con el mundo natural que todavía mantiene la humanidad. Una respuesta a nuestra vergüenza antropocéntrica en la Tierra.

Resulta ser un ejercicio de contemplar la existencia desde una perspectiva más amplia y, quizá, más humilde.