LOS PARALÍMPICOS

Sergio Pérezgrovas
Columnas
Paralímpicos

Que tus sueños sean más grandes que tus miedos.

El Comité Olímpico Mexicano (COM) mandó 109 deportistas a los Juegos Olímpicos de París 2024. Los mexicanos han participado en 24 ediciones de las Olimpiadas de manera consecutiva y se han obtenido en total, contando esta última, 77 medallas: 13 de oro, 27 de plata y 37 de bronce (por eso decimos que somos la raza de bronce).

A esta lista hay que agregar las 25 medallas que se han obtenido en deportes de exhibición y de estas nueve son de oro.

La primera participación de nuestro representativo fue hace 100 años, justamente en París. La última vez que la delegación mexicana ganó una medalla de oro fue en Londres 2012, al derrotar a Brasil en el soccerpor dos a uno.

Con sus atletas paralímpicos México ha ganado desde Heidelberg 1972 un total de 311 medallas: 104 de oro, 92 de plata y 115 de bronce. Su contingente en París es de 64 deportistas.

En Roma 1960 hubo 400 atletas en la versión de paralímpicos y la cifra ha aumentado considerablemente, ya que este año en París fueron un total de cuatro mil 400 participantes, con un récord de 167 países más un equipo de refugiados y 96 deportistas neutrales.

En el caso de las Olimpiadas normales fueron alrededor de diez mil 500 competidores de más de 200 países.

Aunque es muy clara la diferencia en el número de atletas que compiten en las dos versiones, lo que es innegable es que en el caso de México los paralímpicos han ganado más medallas que los deportistas convencionales.

Imagínese lo que tiene que pasar un deportista que vive en la Sierra Tarahumara, donde el apoyo gubernamental es casi nulo. Un deportista de alto rendimiento tiene que entrenar entre ocho y diez horas diarias, conseguir un trabajo que le permita entrenar como Dios manda y además cuidar su alimentación, su salud y su condición física.

Si para un ser normal es complicado, ahora súmele que le falta un brazo o no le funcionan las piernas o no puede ver: el trabajo se duplica.

Yo no critico a los deportistas mexicanos, pero me queda claro que los paralímpicos tienen más problemas que solucionar y aun así sus resultados son infinitamente mejores. Será que justamente porque tienen que sortear desde cómo transportarse, comer y cuidar de su salud, coadyuva a que sus capacidades, que de por sí son más limitadas, hagan algo en su mente que los obligue a mejorar todas sus condiciones.

No encuentro en realidad una respuesta lógica, pero lo que sí sé es que a los paralímpicos se les ve con más hambre, solo hay que chequear los resultados que a toda luz saltan.

Buenos hábitos

En un México donde no existe una cultura del deporte, donde nuestras autoridades no son competentes, ni han estudiado como en otros países, ni hay continuidad, si ganas tendrás reconocimiento y algunos apoyos económicos, pero nada más. No tenemos en las escuelas un deporte universal y en la mayoría de los casos los atletas son junto con sus familias los que costean los entrenamientos, viajes, ropa deportiva, etcétera. No porque hayas sido un extraordinario competidor o campeón mundial en tu especialidad, eso te hace un buen administrador. Tenemos que cambiar las políticas desde el kínder. No es posible que el deporte nacional sea ver cómo nos chingamos al prójimo. Esperemos que después de tantos años de luchar a contracorriente encontremos una forma mejor de preparar —y no solamente en el deporte— a la juventud mexicana, que cada vez se encuentra más desprotegida y sin posibilidades de ser triunfadora como los paralímpicos.

Es, pues, todo un reto que todos como sociedad tenemos que mejorar. Creo que formar buenos entrenadores con una buena capacitación y viajes al extranjero de los directivos y de los deportistas, sea cual sea su condición, puede ayudar a mejorar las cosas. Recuerdo a un maestro de Gimnasia cuando tenía cinco años. Él era excepcional, nos ponía a jugar y hacíamos ejercicio dos horas; esperábamos con ansías que llegara el entrenamiento. Su nombre era Carlos Mallar Ferrer. Yo a los siete años llegué a las miniolimpiadas y gané mi primera medalla de oro en salto a caballo. Mucho por mi mamá, que no aguantaba que brincara en las camas y rompiera las patas y me llevó con mi maestro, al que sigo recordando con gran cariño. Los niños es imperativo que hagan algún deporte, el que sea, y que esté guiado por especialistas que sepan del tema. No importa cuál deporte, hay que empezar desde muy chicos para formar mejores personas. Y aunque esto no garantiza que sean mejores seres humanos, es un paso para crear buenos hábitos en los pequeños.