La conformación del Paquete Económico será vital para que la administración federal cumpla con todos los compromisos asumidos, no solo los programas sociales, sino en esencia el desarrollo de las obras comprometidas.
Sin duda, rubros como la construcción de viviendas o los relacionados con los ferrocarriles, así como los relativos a la seguridad y la salud, requerirán de recursos sustanciales.
Ello, sin dejar de apreciar que los cambios operados en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex) derivarán en la necesidad de mayores inversiones por parte del gobierno federal.
Todo, sin dejar de considerar el pago de la deuda externa que es uno de los principales pendientes de toda administración.
En principio, el panorama parece aclararse en renglones como el Poder Judicial, cuyo proyecto de presupuesto incluye, por ejemplo, una reducción en el salario de los ministros.
Pero hay elementos colaterales que no pueden desestimarse, en principio el panorama económico internacional, la paridad peso dólar y un factor del que poco se habla pero que es fundamental, el precio del barril de petróleo de exportación, aunado al nivel de las remesas que llegan al país.
Y por supuesto, la recaudación de impuestos a cargo del SAT.
Lo cierto es que el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos de la Federación para el ejercicio 2025 están en manos del Congreso, donde a partir de la mayoría que tiene el ala legislativa de la 4T no deben tener la menor dificultad para ser aprobados.
No hay que perder de vista que, conforme a las normas vigentes, el Presupuesto de Egresos deberá ser aprobado por la Cámara de Diputados a más tardar el 15 de noviembre, por lo que prácticamente está en la etapa final de su conformación.
De acuerdo con el diputado morenista, Alfonso Ramírez Cuéllar, el gasto público sería de alrededor de los diez billones de pesos.
Suficiencia presupuestal
Obviamente es necesario apuntar que habrá un incremento en el monto de 930 mil millones de pesos, si se compara con el presupuesto que fue aprobado en su oportunidad para 2024, que fue de 9.06 billones de pesos.
En general, el objetivo correrá por dos vías: la primera, garantizar la suficiencia presupuestal para los programas sociales, y la segunda, hacer lo conducente con los nuevos programas de inversión.
En el fondo, se tendrán que reforzar las acciones de disciplina en el gasto y trabajar en pro de la eficiencia.
Por otra parte, en el plano macroeconómico, el gran reto será, más allá de atraer inversiones y potenciar la actividad económica en el país, enfocarse en conseguir el anhelado crecimiento que no se ha alcanzado de manera adecuada en los últimos años.
Lo cierto es que el país no se ha estancado, pero ha crecido por debajo de las expectativas oficiales, debido a múltiples factores económicos.
La hora de la aprobación del Presupuesto de 2025 se aproxima, y como en todos los años, lo evidente es que el denominado gasto corriente abarca gran parte de los recursos.
Entre los puntos benéficos, al momento, es que, hasta donde se aprecia, quedó atrás el intenso cabildeo que se registraba en el pasado ante el Legislativo por parte de actores políticos de todos los niveles y sectores en busca de más recursos o la inclusión de obras.
El panorama es diferente, pero lo que no cambia es el tamaño de la cobija, ni la necesidad de reconocer que, sobre la marcha, a partir del comportamiento económico surge la necesidad de hacer ajustes: de sacar las tijeras, pues.