EL PALACIO NEGRO

Sergio Pérezgrovas
Columnas
PALACIO NEGRO

La cárcel más grande en la que puedes acabar es en la de vivir con miedo al qué dirán…

La cárcel de Lecumberri, mejor conocida como El Palacio Negro, se inauguró el 29 de septiembre de 1900, durante el periodo del general Porfirio Díaz, y estuvo abierta hasta 1976, cuando se cerró por malos manejos, corrupción, sobrepoblación, muy mala alimentación y, sobre todo, por las innumerables violaciones a los derechos humanos contra los reos.

Seis años después, en 1982, se convirtió en el Archivo General de la Nación.

Su construcción se dio como consecuencia de la reforma al Código Penal de 1871. La llevaron a cabo los arquitectos Antonio Torres Torija, Antonio M. Anza y Miguel Quintana, quienes adoptaron el proyecto de Lorenzo de la Hidalga, con base en el famoso Panóptico, una idea original de Jeremías Bentham.

Bentham era un filósofo, jurista, economista y escritor al que se considera el padre del utilitarismo o radicalismo filosófico.

La prisión fue la primera en usar ese sistema, que consistía en una gran torre central desde donde se podían ver todas las crujías.

Jeremías escribió varios libros, como Panóptico en 1787 y La inspección del panóptico en 1823, entre otros, donde explicaba en detalle esta forma de controlar a los presos.

Él decía que ya fueran presos o enfermos debían estar confinados y aislados de la sociedad en lugares específicos donde se les podía cuidar, atender y vigilar. Este singular personaje influyó en varias generaciones de pensadores y México no fue la excepción: sus ideas se difundieron por toda la República.

Lo extraordinario del caso es que en aquella época Bentham viajó a Rusia, donde se encontraba su hermano Samuel, quien era el encargado de llevar a cabo varios proyectos industriales para el príncipe Potemkin. Fue su hermano quien ideó construir un edificio circular en el centro de un complejo más grande para poder observar a las personas.

Jeremías decía que el panóptico era más barato, ya que no necesitaba de tantos carceleros, pues los vigilantes no podían ser vistos. En Inglaterra, sin embargo, no le prestaron tanta atención.

La primera cárcel construida bajo este principio fue nada menos que Lecumberri. Bentham tardó 17 años en desarrollar sus ideas.

Michel Foucault dijo que el panóptico era un paradigma de varias instituciones disciplinarias. Por su lado, Jeremías pasó su vida amargado porque no le hacían caso.

Jeremías, entre otras cosas, defendió los derechos de los homosexuales; y aunque nunca se casó, tuvo grandes amoríos con muchas mujeres.

También trabajó en defensa de los animales y creó el University College de Londres. Además, pidió expresamente que su cuerpo fuera embalsamado para preservar su cadáver, lo cual era muy consistente con su teoría del utilitarismo (que no es otra cosa que: la mejor acción es la que produce la mayor felicidad y bienestar para el mayor número de individuos involucrados y maximiza la utilidad). La cabeza momificada debía parecerse a cómo era en vida, pero los experimentos de Southwood Smith, quien había estudiado las prácticas de momificación de los pueblos indígenas de Nueva Zelanda, resultaron en un aspecto realmente fantasmagórico y macabro. La piel se secó, se oscureció y se estiró sobre el cráneo.

El “autoicono”, como Jeremías lo llamó, tuvo que ser complementado con una cabeza de cera hecha con el propio cabello de Bentham. La cabeza real se guardó en un estuche, pero se convirtió en objeto de muchas bromas estudiantiles. Fue hasta 2017 que se hicieron planes para exhibir la cabeza y obtener una muestra de ADN con la idea de identificar evidencia genética de autismo. En 2020 el “autoicono” fue colocado en una nueva vitrina en la entrada del nuevo Centro de Estudiantes del University College de Londres, en Gordon Square.

La mano de Obregón

El papá de Tristán llevó a su pequeño hijo a conocer el monumento de la mano de Obregón, en el mismo lugar donde el presidente fue asesinado por José León Toral. En el interior del monumento había un nicho y un contenedor de vidrio donde se mostraba, según esto, la mano que Obregón perdió por una granada villista en 1915 y que luego fue encontrada en un prostíbulo, después de que el médico de Obregón la perdiera en una parranda.

Pasaron muchos años para que Tris entendiera lo que sucedió con la mano. En varias ocasiones fue a visitarla. A veces en el frasco de formol había una mano izquierda y a veces una derecha, así como los 27 balazos que tenía el cuerpo de Obregón. Paradojas de la vida: cómo es posible que le dispararon tantas veces y nadie hizo ni dijo nada.

Como la mano cambiaba constantemente (seguro era por sanidad), Tris supo la respuesta, muy sencilla: la historia la escriben los ganadores.