EL PALACIO

Sergio Pérezgrovas
Columnas
EL PALACIO

Debemos valorar a las personas por lo que tienen en su interior.

Jack el Destripador

Herman Webster Mudgett era el verdadero nombre del primer asesino serial registrado en Estados Unidos, aunque en esa época no los llamaban así. Él nació el 16 de mayo y murió por ahorcamiento en la prisión de Moyamensing.

En realidad, pasó a la historia como H. H. Holmes, puesto que cambió su nombre por el apellido del famoso y cocainómano Sherlock Holmes, ya que era un fiel admirador de Arthur Conan Doyle y sus historias.

Creó un edificio que fue llamado El castillo de Holmes para dar cobijo, sobre todo, a mujeres que venían a la Exposición Mundial Colombina de 1893 en Chicago a celebrar los 400 años de la llegada de Cristóbal Colón.

Así, Holmes se dedicó a construir habitaciones que no llegaban a ningún lado, con pasadizos que bajaban al sótano donde desmembraba a sus víctimas. En algunas de las habitaciones había tubos con gas que, en el mejor de los casos, dormía a las víctimas.

El edificio era un laberinto con pasillos secretos y ventanillas disimuladas en las paredes para observar a sus clientes.

Holmes estudió medicina, pero lo expulsaron. A él lo que le interesaba eran los cuerpos. Hijo de un padre alcohólico y golpeador, se dice que el doctor sufrió abuso y acoso por parte de su progenitor, lo que lo llevó a volverse loco.

Al final de la exposición el hotel tuvo una caída brutal, por lo que Holmes se vio obligado, por falta de fondos, a incendiar el último piso para cobrar el seguro de 60 mil dólares, sin pensar que las compañías con las que se había asegurado (que eran tres) llevarían a cabo una investigación. Lo descubrieron en la trampa, por lo que tuvo que esconderse en Texas.

En Filadelfia tenía un socio de apellido Pitzel. Holmes lo convenció de fingir su muerte para que su esposa cobrara el seguro de vida. Como Holmes tenía conocimientos en anatomía y en su juventud vendió cuerpos que robaba de los panteones a universidades, le dijo a su cómplice que conseguiría un cuerpo y le vertería ácido en la cara para que no lo reconocieran. Lo único malo es que mató a Pitzel, le quemó la cara y le dijo a su mujer que su marido se escondería en Sudamérica. Después se llevó a los hijos de Pitzel y también los mató.

La Agencia Nacional de Detectives Pinkerton, contratada por las compañías de seguros, llegó hasta Holmes, quien confesó la muerte de la familia Pitzel. Fue entonces cuando llegaron al edificio y encontraron restos de tinas de ácido, instrumental quirúrgico y parafernalia para la tortura.

Se calcula que Holmes asesinó a 27 personas, aunque algunos afirman que la cifra es mucho mayor, llegando a más de 200 víctimas, una cifra que sugieren analistas y criminólogos.

Existe una miniserie interpretada por el actor Keanu Reeves que lleva por título El diablo en la Ciudad Blanca. Los productores son Leonardo DiCaprio y Martin Scorsese, basada en el best seller homónimo del escritor Erik Larson. El actor interpreta a Daniel Hudson Burnham, el arquitecto designado por Holmes para construir el castillo.

Mientras Holmes esperaba ser ahorcado en su celda, el castillo sufrió un incendio en 1895. Cinco años más tarde fue demolido, poniendo fin a la historia y comenzando la leyenda.

Hay que recordar que Jeffrey Lionel Dahmer, 100 años después repitió los atroces crímenes y el edificio donde vivía fue demolido por la misma razón de la construcción de Holmes.

Inquisición

Encontraron a un muerto colgado en el patio central del Palacio de la Inquisición, hoy Museo de Medicina. Inmediatamente llamaron a Tristán, quien pidió que no bajaran el cuerpo hasta que él llegara al lugar.

En cuanto entró supo que no era un suicidio, porque no había un banco o algo que detuviera al difunto antes de colgarlo. La soga estaba amarrada a uno de los barandales y, desde abajo, subieron el cuerpo para jalarlo. Alguien lo quería muerto.

Cuando lo bajaron encontraron laceraciones realizadas con un cuchillo en todo el cuerpo. En la comisaría, al ingresar las huellas dactilares para saber quién era, descubrieron que era el bisnieto de H. H. Holmes. Su abuelo llegó en los veinte a México y tuvo una hija. Lo extraño del caso es que las cortadas provenían, según supieron, de un cuchillo que tenía más de 100 años, ya que tenía partes oxidadas en las heridas. Además, durante una rigurosa investigación, encontraron el arma homicida, en la que había huellas, pero no estaban en la base de datos. Fue entonces cuando contactaron al FBI y descubrieron que estas huellas pertenecían a Jeff Dahmer.