La ampliación de los programas sociales enfocados a nuevos sectores, que durante la campaña ofreció Claudia Sheinbaum, desde ahora comienza a tomar forma: los puntos sobre las íes empezaron a surgir y se delinea la manera en que fluirán los recursos.
Y al hacerlo, las precisiones surgen para dar forma a la manera en la que se aplicarán los tan anhelados programas, que además de ser emblemáticos impactarán en la forma en que se manejan los recursos del erario, que se quiera o no son finitos y por tanto deben manejarse con prudencia a fin de no comprometer la estabilidad financiera del país, un hecho que presupone un equilibrio adecuado entre lo que se capta y lo que se gasta y que en lo que hace a finanzas debe plasmarse desde ya en el paquete económico 2025, donde se deberán establecer los montos que se asignarán para la operación de los nuevos programas, al igual que sucede con los que están en funcionamiento.
De ahí que más allá de toda promesa y compromiso el punto primario de referencia será la aprobación del Presupuesto de Egresos 2025, que a partir de la representación mayoritaria que tendrá la 4T en la Cámara de Diputados no tendrá problema alguno.
Por otro lado, la captación de ingresos será el gran reto a vencer debido a que el ejercicio del gasto tiene como punto esencial de partida el dinero que se logre reunir en las arcas públicas.
Detalles
El cuándo y el cómo que los integrantes de los sectores beneficiarios desean conocer comenzaron a tomar forma. En principio, Sheinbaum dejó en claro que el programa enfocado a las mujeres de 60 a 64 años comenzará a operar en 2025, pero no de manera general.
La cuantía de los recursos que se emplearán para los programas sociales comienza a ser factor en la decisión. De ahí que el programa enfocado en las mujeres iniciará con uno de los sectores más vulnerables.
Sheinbaum habló con claridad al anunciar que ese programa social otorgará tres mil pesos bimestrales y abarcará principalmente a las mujeres indígenas, con un estimado de un millón de mujeres durante el primer año del programa.
Precisó que “estamos evaluando —yo espero que la próxima semana ya lo podamos informar— si lo hacemos por edad. Por ejemplo, las de 63 y 64; y ya el siguiente año sería de 60 a 64, por los recursos económicos; no queremos ser irresponsables de proponer algo que no podamos cumplir”.
El otro programa estará enfocado en los niños y los jóvenes de preescolar, primaria y secundaria inscritos en escuelas públicas y de acuerdo a lo anunciado también comenzará a aplicar en 2025 con los alumnos de secundaria, que se estiman en cinco millones 930 mil 627 potenciales beneficiarios.
Lo evidente es que desde el primer día de gestión de Sheinbaum como presidenta empezará a levantarse el censo enfocado al programa de mujeres entre 60 y 64 años, y las primeras en recibirlo tendrán entre 63 y 64 años.
Esa precisión permite establecer que la cuantía de los recursos económicos que se emplearán para mantener los nuevos programas sociales obligará a que la incorporación de beneficiarios sea gradual. En términos generales se espera que los recursos se comiencen a dispersar a partir de enero de 2025. El programa busca atender inicialmente a un millón 319 mil 722 mujeres, priorizando a quienes viven en comunidades indígenas y afromexicanas, con el objetivo de asegurar una distribución equitativa y efectiva de los recursos. Y con ello dar vigencia a la visión que tanto se impulsó y advierte: primero los pobres.
El programa se ampliará en los siguientes años, hasta cubrir a todas las mujeres de 60 a 64 años.
Todo indica que el obligado proceso de transición de las palabras a los hechos conlleva ponderar la situación y comenzar a cumplir de manera gradual con el compromiso asumido.
Plasmado el compromiso, falta ver hasta dónde alcanza a cubrir la solidez financiera de las arcas públicas.