PACHITA

La sabiduría es elegante en su forma de manifestarse y la elegancia se expresa inteligentemente en su interior. I Ching

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La Casa de las Brujas está ubicada frente a la plaza de Río de Janeiro. El edificio, en la esquina de Durango y Orizaba de la colonia Roma, fue diseñado por el ingeniero británico Regis A. Pigeon. Lo mandó construir Porfirio Díaz para conmemorar el centenario de la Independencia.

Terminado en 1908, en sus inicios fue un hotel de lujo de estilo Art nouveau. Sufrió una remodelación en 1942 a manos del arquitecto Francisco J. Serrano (el mismo del edificio Ermita), que cambió su interior al Art déco. De hecho, la fachada y las letras del edificio son de este estilo, contrastando con el ladrillo rojo y sus dos vanos falsos, que se parecen a una bruja.

El lugar ha sido escenario de cosas extraordinarias. Sirvió de inspiración para la novela El desfile del amor, de Sergio Pitol, y ha alojado a personajes que definieron el siglo XX. Entre sus habitantes hay una persona en particular que en la época de 1950 a 1970 tenía un consultorio en su interior. Me refiero a Bárbara Guerrero, mejor conocida como Pachita.

Ella era originaria de Parral, Chihuahua, y nació en 1900. Según el doctor Jacobo Grinberg fue abandonada por sus padres y la crió un afrodescendiente que le enseñó a observar las estrellas. Ella después se fue de revolucionaria con Pancho Villa. Luchó, trabajó de cabaretera, vendedora de billetes de lotería y cantante en los camiones. Grinberg aseguraba que todo esto convirtió a Pachita en la mejor chamana de México. Realizaba “cirugías síquicas” (el nombre que ella acuñó) con un simple cuchillo. Según era poseída por el Tlatoani Cuauhtémoc, quien la guiaba hasta encontrar el problema en el cuerpo de sus pacientes. Ella sacaba el mal con el cuchillo; luego mágicamente ponía un nuevo órgano y cerraba sin dejar huella de haber abierto el cuerpo.

Grinberg quiso aplicar el método científico al chamanismo y creó su teoría sintérgica. Durante las operaciones ella era capaz de materializar y desmaterializar objetos, órganos y tejidos. Además, hacía diagnósticos con una exactitud colosal, diría el científico.

Alejandro Jodorowsky fue uno de sus pacientes. A él Pachita le logró arrancar un cáncer de estómago. Alejandro, siendo un poco incrédulo, al terminar la operación afirmó que se trataba de sicomagia. Basta recordar que el cineasta y taoísta sigue vivo, con más de 80 años.

Pachita murió a los 79 años en la Ciudad de México, el 29 de abril de 1979. Lo más extraño del caso es que tanto a la Casa de las Brujas como a Pachita se les vincula con la magia negra.

Se dice que en el lugar se escuchan ruidos y voces, y algunos afirman haber visto deambular por los pasillos del edificio a la misma Pachita. Como sea, cuando anden por la colonia Roma no dejen de ir al parque Río de Janeiro y ver, aunque sea por fuera, el edificio, que luce como en sus mejores años.

De otro mundo

Tristán quedó de verse con su hermano afuera del parque Río de Janeiro. Ese lugar le traía muchos recuerdos. Caminando por la fuente se encontró con Sergio y de repente escucharon cómo los llamaban del interior del edificio conocido como la Casa de las Brujas. Los hermanos se voltearon a ver y entraron. En el pasillo había otra puerta que daba al interior de uno de los departamentos. Ellos no daban crédito a lo que pasaba, pero decidieron pasar. Ya dentro del departamento encontraron una sala perfectamente amueblada con puros muebles de los cuarenta. La estancia estaba impecable, así como la cocina, los baños y las dos habitaciones. Eso le serviría al escritor a tratar el tema en su próxima novela. Cuando salieron del recinto alcanzaron a ver una silueta de lo que parecía una viejecita de pelo blanco y mandil. Ella estaba parada en el dintel de la puerta y se alcanzó a escuchar que decía:

—Mi querido Tris, te estoy cuidando. Te están buscando y van por ti. Yo estoy al pendiente de lo que te pasa, pero estate buzo.

Después salieron de ahí sin dar crédito a lo que les había pasado. Los dos se quedaron sin habla. Se sentaron en un café y Sergio dijo:

—Esto es de otro mundo. Nunca me había pasado algo así.

—¿Y tú crees que a mí sí? Mira que me ha tocado ver tanta cosa, pero nunca algo como lo que nos acaba de pasar. ¿Será real o estaremos soñando?

De regreso a casa de su mamá, pasaron por Lore, quien ese día había ido a comer con María Fernanda. Pasaron por la calle Durango, pues Tris había dejado el coche en un estacionamiento cercano. Iban muy quitados de la pena cuando Lore se volteó a ver el edificio y le comentó:

—Oye, Tris, ¿ya viste a esa viejecita que nos viene siguiendo desde que pasamos por la casa de las brujas?

Tris empezó a creer.