Cada año millones de mujeres alrededor del mundo reciben un diagnóstico de cáncer de mama. Míriam, una mujer de 42 años, nunca imaginó que un simple bulto en su seno cambiaría su vida por completo. Tampoco sabía que el exceso de peso es como un terreno fértil donde las células cancerígenas pueden crecer y multiplicarse más fácilmente.
Originaria de Mérida, Yucatán, madre de tres hijos, tras sus embarazos la vida sedentaria, hábitos alimentarios poco saludables y la falta de ejercicio hicieron de ella una persona con obesidad mórbida.
Míriam tendrá que sortear una enfermedad implacable que ocasiona la muerte de doce mujeres al día en México y que según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2022 se diagnosticaron 2.3 millones de nuevos casos y 665 mil defunciones por dicho padecimiento en el orbe. En el país, durante 2023, se contabilizaron ocho mil 34 fallecimientos atribuidos a este tumor. Paradójicamente, México y Estados Unidos tienen la misma incidencia de cáncer de mama, pero aquí fallece el doble de mujeres: la razón se debe a que en México se detecta tardíamente.
En efecto, la obesidad, ese enemigo silencioso, ha revelado una nueva faceta de su impacto en nuestra salud. Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) de diferentes disciplinas y centros de investigación han confirmado que el sobrepeso puede alterar el equilibrio hormonal del cuerpo, creando un ambiente propicio para el desarrollo de células cancerígenas en el seno. Es como si la gordura proporcionara a estas células el combustible necesario para crecer y multiplicarse sin control.
Avances en la investigación mexicana
Unidos por un objetivo común: vencer al cáncer de mama, los investigadores del Instituto de Investigaciones Biomédicas, la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y el Centro Médico ABC descubrieron que las células de cáncer de mama en mujeres con obesidad presentan características distintivas. En un ambiente de exceso de peso estas células se vuelven más agresivas y eficientes en la formación de tumores. Esto se debe a las hormonas y metabolitos que proporciona el tejido adiposo, que actúan como un fertilizante para el crecimiento tumoral. Además, identificaron nuevos marcadores asociados al receptor de estrógenos, que pueden indicar un peor pronóstico para ciertas pacientes. Estos marcadores, como pequeñas banderas rojas, permiten a los médicos identificar a las mujeres con mayor riesgo y ofrecer tratamientos más personalizados.
Precisamente Alejandro Zentella Dehesa, investigador del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) de la UNAM, da cuenta de los pasos que siguió este colectivo multidisciplinario agrupado en el Programa de Investigación en Cáncer de Mama (PICM) que desde 2014 se encarga de estudiar el cáncer de seno a nivel biológico, molecular y genético. También recuerda que gracias a diversos médicos clínicos contaron con datos, problemáticas específicas e información de pacientes afectadas por este mal.
La primera diligencia de los especialistas consistió en efectuar estudios traslacionales, luego de la detección de algunos problemas relacionados con la comorbilidad, es decir, cuando se presentan dos padecimientos al mismo tiempo, como la obesidad y el cáncer de mama; esto fue así porque en la población mexicana el exceso de peso es uno de los principales elementos de riesgo para desarrollar este tipo de cáncer. Cabe recordar que en nuestro país aproximadamente 50% de las pacientes con cáncer tiene sobrepeso u obesidad.
Los investigadores querían entender si las células de cáncer de mama en mujeres con obesidad son diferentes a las de mujeres sin esta condición. Descubrieron que las células cancerígenas se vuelven más agresivas y eficientes en la formación de un tumor cuando se desarrollan en un ambiente de obesidad. Esto se debe a las hormonas y metabolitos que proporciona el tejido adiposo.
Aun cuando ya se sabía que la obesidad se asocia con un mayor riesgo de cáncer de mama, no se conocía si el cáncer en mujeres obesas es diferente al de mujeres con peso normal.
Para resolver esto los investigadores cultivaron y compararon células tumorales de ambos grupos. Descubrieron que las células que se desarrollaron en un ambiente de obesidad son más agresivas y pueden formar mejor un cáncer si encuentran algo que confiere el tejido adiposo, que seguramente son hormonas y metabolitos, además de los ácidos grasos.
Igualmente, encontraron nuevos marcadores asociados al receptor de estrógenos, que pueden indicar un peor pronóstico para ciertas pacientes. Estos marcadores permiten diagnósticos más precisos y ayudan a predecir la evolución de la enfermedad o la respuesta al tratamiento.
Los biomarcadores son moléculas o sustancias que se encuentran en el cuerpo y que pueden medirse para indicar un estado de salud, enfermedad o respuesta a un tratamiento. Estos marcadores biológicos pueden ser proteínas, genes, metabolitos o sustancias introducidas externamente para evaluar una respuesta a un tratamiento. Por ejemplo, la presencia de anticuerpos específicos contra el virus del VIH en una prueba de sangre puede indicar una infección por este virus. Además, niveles elevados de ciertas enzimas en la sangre pueden indicar daño en un órgano específico, como el hígado.
Este descubrimiento representa un gran avance en la lucha contra el cáncer de mama, ya que permitirá a los médicos ofrecer tratamientos más personalizados y efectivos. Además, podría salvar miles de vidas al detectar la enfermedad en etapas más tempranas, cuando es más fácil de tratar.
En resumen, la detección temprana es crucial para tratar el cáncer de mama de manera efectiva. Las investigaciones continúan, buscando mejores formas de diagnóstico y tratamiento para este padecimiento. Sin duda, el trabajo de estos investigadores es un ejemplo inspirador de cómo la colaboración multidisciplinaria puede conducir a grandes avances científicos. Gracias a ellos estamos un paso más cerca de un futuro sin cáncer de mama.
Epidemia silenciosa
En los últimos 15 años se ha observado un preocupante aumento de casos de cáncer en edades tempranas a nivel mundial. Tumores como el de mama, pulmón y colorrectal están afectando a adolescentes y jóvenes adultos. En México, por ejemplo, la Fundación Mexicana para la Salud ha registrado casos de cáncer de mama en adolescentes de tan solo 16 años.
A nivel mundial se estima que en 2024 se diagnosticarán aproximadamente 84 mil 100 casos de cáncer en adolescentes y adultos jóvenes de entre 15 y 39 años en Estados Unidos. En México se diagnostican alrededor de siete mil nuevos casos de cáncer infantil y adolescente cada año, siendo las leucemias las más comunes.
Los tipos de cáncer más frecuentes en este grupo de edad incluyen cáncer de seno, tiroides, testículo, melanoma, tumores cerebrales, cáncer de cuello uterino, colorrectal, leucemias, linfomas y sarcomas. Es importante destacar que, aunque las leucemias son las más comunes en la infancia, el cáncer de mama está mostrando un aumento preocupante en adolescentes, lo que representa un desafío importante para la salud pública.