UN NUEVO MÉXICO EN UN NUEVO MUNDO

Guillermo Deloya
Columnas
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Claudia Sheinbaum

Una elección sin precedente que arroja una ganadora indiscutible. No hay duda, en términos de éxito electoral, de que Claudia Sheinbaum llega a tomar el timón de un país que le concedió una enorme confianza a través de una vasta mayoría. Sin embargo, ante los múltiples pendientes que existen en nuestro México, no queda más que trabajar incansablemente para poder marcar el rumbo en un estilo de mando propio y así mantener la ventaja que tiene quien goza de una legitimidad incuestionable.

Entramos a una etapa inédita de la historia mexicana; por primera vez y gustosamente contamos con una mujer en la Presidencia de la República. Además, dicha mujer consiguió el mayor número de votos que nadie jamás ha conseguido para quienes han ocupado este encargo popular.

Pero la luna de miel quedará atrás presurosamente y la realidad impondrá su ritmo. La presidenta de México encontrará retos considerables y sin duda también oportunidades históricas para engrandecer al país.

Quizá la lista sea interminable y el orden de prioridades varíe considerablemente de un parecer al otro, pero el esfuerzo de quien escribe estas líneas por aportar un mapa muy básico se basa en los más fundamentales y notorios pendientes que saltan al saber que no somos una isla en este planeta y que requerimos de una reubicación internacional que nos vuelva a plantear como protagonistas.

Pero también quizás es una buena oportunidad montarse en un optimismo saludable y pensar mayormente en oportunidades antes que en pendientes, razón por la cual enunciaré los siguientes.

Equilibrios

No hay duda de que México es un país de incuestionable relevancia regional. La comunidad internacional siempre ha reconocido el papel preponderante en el orbe y subrayadamente América ha tenido siempre como referente a nuestro país. Existe ahora un clima propicio para la recomposición de diversos frentes diplomáticos que se han quedado en suspenso o en franco deterioro.

De manera especial, vale la pena prever esperanzadamente que la relación con Estados Unidos tenga una reinauguración positiva. La posibilidad de que ambos países se entiendan con mandatarias mujeres es real cuando Kamala Harris parece tomar la delantera en las preferencias electorales de dicho país. EU es un aliado crucial para la solución de temas comunes, los cuales —sobra decir— son numerosos. Migración, seguridad y comercio engloban en grandes rubros estos temas, pero el desglose que deriva de los mismos es enorme y cotidiano para ambos países.

Sheinbaum tiene una gran oportunidad también para volver a colocar a nuestro país en la participación preponderante en organismos internacionales como la OEA, la ONU y el G20, desde donde se apuntale el apoyo a la protección de derechos humanos y desarrollo sostenible.

De lograr ese viraje en lo internacional, gran facilidad encontraremos como país para procurar el aterrizaje del progreso mediante el ya tan afamado nearshoring. Mucho se ha hablado de tan grande oportunidad, pero para mala fortuna no hemos concretado notorios avances más allá de la maquila. La oportunidad es crear reales cadenas de valor en la relación trilateral con nuestros aliados del TMEC.

La presidenta está en una muy buena ocasión para balancear igualmente las relaciones comerciales y de cooperación mirando hacia el sur con equilibrios objetivos y responsables. La relación en general con América Latina debe alejarse del asistencialismo paternal y buscar esquemas de integración con colaboración efectiva para la solución de problemas como el crimen organizado y el tráfico de personas. Podemos tomar ejemplos de Centro y Sudamérica que le han ganado la batalla a estos problemas.

Y, finalmente, donde estimo que la presidenta tendrá una notoria ventaja y oportunidad es en aquello que se refiere al combate al cambio climático y a la salvaguarda del medio ambiente. El perfil de Sheinbaum es el de una experta y probada en la materia; mucho podrá lucir tales credenciales en el mundo al retomar la ruta de la generación de energía por medios sustentables, la inversión en infraestructura limpia, así como al regresar a los compromisos que derivan de instrumentos como el Acuerdo de París. Todo ello atrae inversión y genera empleo sin lugar a dudas.

La oportunidad está al alcance, habrá que ir por ella.