Ninguna medalla de oro. Son doce años sin que se escuche el Himno Nacional Mexicano en una justa olímpica, desde que la selección de futbol venció a Brasil en Wembley. Además, ocupamos el lugar 65 en el medallero de los Juegos Olímpicos de París 2024, mientras que otras selecciones del continente quedaron más arriba, como Guatemala, Argentina, Chile, República Dominicana y Ecuador. Definitivamente, nos quedamos cortos.
Pero no los atletas, no se confundan, sino el sistema deportivo mexicano que no impulsa el talento mexicano.
Son las federaciones que cuidan mantener sus cacicazgos a costa de los atletas, la falta de seguimiento a la detección de talentos, ausencia de metodologías, roce internacional a cuentagotas y un nulo plan nacional para revertir la situación.
Es el deporte mexicano que se encuentra en un caos permanente.
La entidad que debería tomar la batuta para revertir este ecosistema tóxico solo lo incentiva. Una Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) que a través de su titular recrimina a los atletas la falta de mentalidad en su preparación realizada para la justa parisina. Se apega a “cumplimiento de normas” para mantener congeladas las becas a los deportistas acuáticos. Es selectiva en sus apoyos y ridiculiza a quien busca recursos extra.
El deporte mexicano termina estos Juegos Olímpicos con mejores resultados que en Tokio 2020, pero estancado en ese promedio de cuatro a cinco medallas totales, como se ha dado en cinco de las últimas seis ediciones (con excepción de Londres 2012, la mejor actuación tricolor fuera de México).
Destacados
La selección de clavados respondió con un Osmar Olvera empoderado desde la plataforma de diez metros y como doble medallista, algo que no se veía desde Raúl González en Los Ángeles 1984. Tiro con arco cumplió también los pronósticos con la medalla del equipo femenil, que trabajó en los últimos años visualizándose como vencedor.
Marco Verde regresó a México a una final de boxeo tras 40 años, contra todo pronóstico. En tanto que la sorpresa de podio la brindó la judoca Prisca Awiti, que llegaba al certamen con un modesto ranking 18 del mundo y se convirtió en la primera medallista tricolor en su deporte.
También hubo varias actuaciones destacadas, como la del pentatleta Emiliano Hernández, quien literalmente se murió en la arena de su última prueba remontando siete posiciones para quedar en cuarto lugar; o la selección de nado artístico, que se presentó con solidez ante las mejores del mundo pese a todas las adversidades financieras que afrontó durante el presente ciclo.
No es falta de talento, ni mucho menos mentalidad o preparación de los atletas. Además de las cinco preseas, en total fueron 19 resultados de los mexicanos que se quedaron dentro del top ocho (merecedores a diploma olímpico). Se tuvieron dos cuartos lugares y siete quintos. Es por los que se quedaron en la zona cercana a las medallas que se debe trabajar de forma unificada, todos jalando para el mismo lado.
La justa rumbo a Los Ángeles 2028 ya comenzó. Y esta generación de atletas, en su mayoría jóvenes, resilientes, con una mentalidad ganadora, está dispuesta a trabajar más duro para alcanzar la gloria olímpica.
Son los de pantalón largo los que no están a la altura de sus seleccionados, la verdadera generación fracasada. Los que con sus malas direcciones y ambiciones se han quedado cortos ante el hambre de triunfo de nuestros deportistas.