NADO EN AGUAS NEGRAS

“Todorov se ha convertido en un mal para los deportes acuáticos”.

Alejandro Zárate
Columnas
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El tiempo de los deportistas acuáticos se termina: ya no pueden esperar más a que se resuelvan los problemas de sus instituciones reguladoras, porque las competencias internacionales apremian y los caminos para clasificarse a los Juegos Olímpicos de París se reducen.

Nadadores, clavadistas y demás representantes acuáticos se encuentran en medio de una disputa entre la Federación Mexicana de Natación (FMN) y el World Aquatics (WA, organismo internacional que regula a los deportes acuáticos), que los tiene sin poder recibir sus recursos económicos, sin tener garantizada su participación en las competencias internacionales (con excepción del Campeonato Mundial) y con un ciclo olímpico coartado por sus propios dirigentes.

La FMN, que dirige Kiril Todorov, está desconocida por el WA, que acusa al directivo por supuestos malos manejos que violan los estatutos que regulan a las federaciones nacionales y que lo tienen con una suspensión de 20 años. Este desconocimiento lo ratificó el propio Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), máxima instancia de arbitraje internacional para conflictos deportivos.

Pese a esta situación, Todorov mantiene su postura de que son acusaciones inválidas. Se respalda en el aval que tiene de la Conade, el organismo que brinda los recursos económicos (becas, sueldos de entrenadores y viáticos para las competencias) a los atletas acuáticos.

Esto último es lo que tiene a los competidores sin sus recursos, además de estar advertidos de no poder competir en los eventos de selección de la Comisión de Estabilización que designó la WA porque perderían los apoyos económicos de la Conade.

Este panorama ha generado situaciones como el hecho de que seleccionados no reciben sus becas ni entrenadores sus salarios en todo lo que va del año; que el equipo de nado sincronizado tenga que vender trajes de baño para conseguir recursos que les permitan seguir su preparación y poder competir internacionalmente; que algunos clavadistas —como las medallistas olímpicas Alejandra Orozco y Gabriela Agúndez— no hayan competido desde los Juegos de Tokio, por citar algunos casos que no deberían suceder.

Malas decisiones

Todorov se ha convertido en un mal para los deportes acuáticos, en complicidad con la directora de la Conade, Ana Gabriela Guevara, quien ha tomado bando a costa de atentar contra el presente ciclo olímpico de los diversos seleccionados.

La WA, en un ejemplo de ponderar a los atletas ante cualquier situación, ya aseguró que brindará todos los recursos económicos para que los seleccionados mexicanos participen en el Campeonato Mundial de Fukuoka, pero queda pendiente qué pasará para las justas de los Juegos Centroamericanos de San Salvador y los Juegos Panamericanos de Santiago, donde se disputarán plazas directas para los Olímpicos de 2024.

El solo arriesgar la presencia de clavadistas mexicanos en unos Juegos Olímpicos representaría dejar fuera a la disciplina que más preseas le ha dado a México en su historia: desde Beijing 2008, siempre han alcanzado podio olímpico.

Es una situación extrema que generan las malas decisiones de sus directivos ante una absoluta falta de respeto a la dedicación, carreras y sueños de los atletas por representar lo mejor posible al país.