PINCHES MURCIÉLAGOS MEXICANOS

Sergio Pérezgrovas
Columnas
MURCIÉLAGOS MEXICANOS

Uso máscara. Y no es para ocultar quién soy sino para crear quien soy.

Batman #624

Hemos escuchado de las bombas nucleares, de neutrones, molotov, de hidrógeno y hasta las bombas dirigidas por palomas de Skinner. Pero hay otro tipo de bombas que, como las de las palomas, se quedaron en fase experimental. Y es que desde el ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, cuando Estados Unidos entró formalmente a la Segunda Guerra Mundial, muchos civiles intentan crear diferentes armas para salvaguardar a su patria.

Es el caso de un cirujano dentista llamado Lytle S. Adams, de Irwin, Pennsylvania, quien ideó una bomba con murciélagos. Era el odontólogo de la primera dama en turno, Eleanor Roosevelt. Esta idea descabellada le vino a la cabeza cuando realizó un viaje al parque nacional de las Cavernas de Carlsbad, donde se encuentran miles de quirópteros.

Adams escribió una carta al mismísimo presidente Roosevelt con la idea de poner murciélagos incendiarios para quemar las aldeas japonesas en enero de 1942, a un mes del ataque de los nipones.

Esta bomba de murciélagos fue experimental, desarrollada por los pinches locos de los gringos. Consistía en poner en un casquillo con forma de bomba y miles de pequeños compartimentos dentro, un ejemplar de los vampiros de cola libre (Tadarida Brasiliensis), que tenía atada a una de las patas una pequeña bomba incendiaria.

La idea era que en el momento de que los animales fueran liberados, estos se dispersaran en un radio aproximado de entre 34 y 60 kilómetros para que las bombas incendiarias, que además estaban programadas con un tiempo determinado para estallar, se incendiaran para afectar la mayor área posible de Japón, ya que en esa época la mayoría de las construcciones japonesas eran de papel y madera.

Al parecer el encargado de llevar a cabo esta loca idea fue Roosevelt, quien elaboró un equipo para realizar el proyecto. En este incluyó a Jack von Bloeker, quien era un experto en mamíferos; al actor Tim Holt, bastante conocido por esos años (pues realizó muchas películas clasificación B y una que otra importante), con más de 50 cintas. Generalmente este grupo no tenía relación directa con el trabajo de campo necesario para llevar a feliz término el encargo del presidente.

El personal tuvo que determinar muchas variables, donde se ponía en duda la viabilidad del proyecto. El más difícil de resolver fue el tipo de bomba que sería atada a los murciélagos y la temperatura en que los animales tenían que ser transportados.

Después de exhaustivas pruebas en su fase experimental, el pequeño animal que fue seleccionado para tan peligrosa misión fue el murciélago mexicano de cola libre.

Adams tuvo que pedir un permiso especial para poder tener un número considerable de unos cuantos miles de especímenes, pues eran propiedad del gobierno.

Esta pinche idea absurda se realizó en una pequeña base del ejército norteamericano situada en Carlsbad. Como podemos imaginar, el resultado fue un reverendo desmadre, ya que los murciélagos les prendieron fuego a las propias instalaciones de la base militar. Aun así el proyecto continuó. Al poco tiempo volvieron a hacer pruebas y esta vez con mejores resultados. El ejército hizo una maqueta simulando una ciudad japonesa en el estado de Utah y bombardearon con una legión de los animales cargados de napalm (sustancia inflamable con base en gasolina en estado de gel; se usa normalmente en bombas incendiarias y lanzallamas). El resultado fue el esperado y el fuego fue considerable. Tras algunos años más de investigación alguien le puso fin al proyecto sin dar mayor explicación (seguro alguien con mayor juicio).

Foco de infección

En la colonia Anáhuac, en una vieja bodega que tenía años fuera de servicio, había una gran colonia de murciélagos que eran alimentados por un pinche gringo loco (de ahí surgió el nombre del restaurante “Pinche gringo”). El problema es que el guano de los animales estaba regado ya por muchos años en todo el piso de la construcción.

Al pinche gringo le dio histoplasmosis. Además, algunos de sus ejemplares tenían rabia. Él no se dio cuenta nunca, hasta que cayó muerto cuando uno de sus animales lo mordió mientras trataba de quitarle la enfermedad. Lo encontraron tirado en la calle.

Llamaron al forense, quien vio rápidamente los síntomas de las enfermedades y mandó quemar el cuerpo, pues podía ser un foco de infección de la rabia. El MP Jaimito, quien tenía una herida en la mano, trató de voltear el cadáver y la saliva del muerto le manchó la cortada. Tris se enteró del caso y le platicó a Lorenza. Ella esa semana hizo una presentación en su escuela sobre los quirópteros; su tío le consiguió un espécimen muerto. Ella sacó diez ese mes en la materia. Al MP, que por cierto era bastante pendejo, le inyectaron dos vacunas en la panza para salvarlo.