MUJERES INDÍGENAS EN LA POLÍTICA: DE LA EXCLUSIÓN A LA REPRESENTACIÓN

Claudia Ivett García
Columnas
Mujeres indígenas

Es tiempo de mujeres, sin duda. Sin embargo, aunque cada vez es más frecuente y sólida la participación de las mujeres indígenas en el ámbito político, estamos muy lejos de darles un verdadero acceso a derechos tan indispensables como salud, educación o justicia.

Según datos del INEGI, en México existen más de 23 millones de personas que se autoidentifican como indígenas. De ellas, 51% son mujeres, es decir, casi doce millones.

Por lo anterior, es indispensable preguntarnos: ¿cómo pueden las mujeres indígenas tener intervenciones más activas en la vida política de México?

La vida pública necesita una diversidad de voces y las mujeres indígenas continúan en pie de lucha para lograr el cumplimiento de sus derechos y de las demandas de sus pueblos.

Mucho se habla de violencia política, pero hablar de violencia política contra las mujeres indígenas es urgente e impostergable.

Como sabemos, el artículo 2 constitucional reconoce el carácter pluricultural y multiétnico de nuestra nación. La reciente reforma constitucional a este artículo reconoce por primera vez a los 68 pueblos originarios como sujetos de derecho público con personalidad jurídica y patrimonio propio. ¿Cómo seguir avanzando?

Visibilización

Desde hace décadas ha habido esfuerzos por cerrar la brecha de desigualdad para las comunidades indígenas. Se deben defender los derechos políticos de las mujeres indígenas, porque ellas son importantes defensoras de un país más justo e incluyente.

Hace dos décadas, en 2004, se llevó a cabo la demarcación de 28 distritos electorales indígenas. Para 2017 el INE aprobó criterios apegados al principio de paridad, estableciendo la obligación de los partidos políticos de incluir en 40% de los 28 distritos electorales reconocidos como “indígenas”, es decir, con mayoría de hablantes de lengua indígena, candidaturas de hombres y mujeres indígenas. Este acuerdo fue ratificado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que además marcó su obligatoriedad en aquellos distritos con más de 60% de población indígena. Era urgente contar con un grupo de legisladoras y legisladores indígenas que representaran a sus pueblos en las más altas tribunas del país.

Recordemos que las mujeres indígenas han vivido situaciones de discriminación histórica como la violación de sus derechos civiles, económicos, sociales y culturales. Sin embargo, la violación de sus derechos políticos les impide acceder a la justicia y a la erradicación de todas las formas de violencia que desde hace siglos se ejerce sobre ellas y sus pueblos. Aún deben enfrentar serios obstáculos tanto al interior de sus comunidades como ante el Estado.

Las mujeres indígenas no solo son lideresas en la defensa de sus territorios, recursos naturales, cultura y tradiciones, sino también defensoras de un país más justo e incluyente. Por ello urge detener la violencia política contra las mujeres indígenas, dado que es un fenómeno persistente y progresivo.

¿Qué actos pueden ser considerados violencia política contra las mujeres indígenas? Primero, la resistencia al voto libre y secreto de ellas, pero también la descalificación para que sean candidatas, acoso, discursos de odio, chantajes, violaciones, golpes e incluso feminicidios dirigidos a extinguir su participación política.

Es momento de que la sociedad mexicana defienda los derechos político electorales de las mujeres indígenas. Debemos evitar la usurpación indígena en cargos de elección popular, ya que muchos de quienes los obtienen no poseen una agenda orientada a ello. Temas como los derechos humanos, la defensa de su territorio y la visibilización y promoción de su cultura y sus lenguas originarias deben discutirse urgentemente.

Es tarea de la sociedad mexicana seguir exigiendo el acceso de ellas a espacios públicos, la protección de sus derechos, pero sobre todo eliminar los obstáculos que por siglos las han marginado de la toma de decisiones.

Hoy la sociedad mexicana debe alzar la voz junto con ellas. Las mujeres indígenas no necesitan ser rescatadas: necesitan espacios y respeto para ejercer sus derechos políticos con plena libertad. Asegurémonos de que nunca más sean silenciadas.