LAS MIRADAS EN EL PRÓXIMO PAPA

“Cada nombre sugiere un guión diferente”.

Columnas
Share
Nuevo Papa

La inminencia de un nuevo cónclave devuelve a la Iglesia católica al centro del debate global. No es un tema de interés exclusivo para los millones de fieles que reconocen al obispo de Roma, pues incluso ateos, agnósticos y seguidores de otras religiones se preguntan quién sucederá a Francisco.

Si algo demostró Jorge Mario Bergoglio fue que el pontificado sigue siendo un termómetro moral: la gente continúa escuchando su voz.

Francisco renunció a la neutralidad aséptica: denunció la “tercera guerra mundial en capítulos”, convirtió la crisis climática en su causa y defendió a migrantes y víctimas de conflictos. Ese giro redefinió la vara de medir: ya no basta con custodiar la doctrina; se exige habilidad diplomática y valentía para denunciar políticas antimigratorias y genocidios. El sucesor heredará tanto visibilidad como presión.

El clima político global no podría ser más áspero. La polarización erosiona democracias, la Inteligencia Artificial (IA) redefine el trabajo y la desigualdad sigue en alza. A ello se suma una emergencia climática visible en inundaciones que desplazan poblaciones enteras. Muchas personas —creyentes o no— buscan un discurso que recuerde la dignidad humana y ven en el Papa a un actor capaz de influir todavía en la opinión pública. Ante la ausencia de un consenso ético global, el Vaticano conserva un poder simbólico.

Los posibles sucesores encarnan alternativas distintas. El filipino Luis Antonio Tagle personifica la pujanza del Sur global y la prioridad ecológica; el italiano Matteo Zuppi ofrece oficio diplomático y moderación pastoral; el también italiano Pietro Parolin simboliza la opción tecnocrática, con mano firme en la curia y buena prensa en las cancillerías; el ghanés Peter Turkson aporta la voz africana y una postura antirrelativista; el guineano Robert Sarah encarna el anhelo restauracionista de los sectores más conservadores. Cada nombre sugiere un guion diferente para los próximos años.

Desafíos

La decisión final tomará en cuenta varios factores. ¿Continuar la línea de Francisco o emprender otra ruta? ¿Buscar crecer en Asia o reforzar el catolicismo en Occidente? ¿Denunciar abiertamente el genocidio en Palestina o guardar silencio? ¿Cómo posicionarse ante el ascenso de un aparente neofascismo en Occidente?

El reto es inmenso: administrar una Iglesia multicultural cuyos fieles crecen en África y Asia mientras menguan en Europa; frenar la hemorragia de credibilidad provocada por los abusos sexuales; dialogar con la ciencia en plena revolución genética y robótica; y, de paso, conciliar tradiciones milenarias con la generación posCovid, impaciente por mayor inclusión. A esa complejidad deberá responder el cónclave.

Cuando los cardenales elijan al próximo Papa, no solo los católicos observarán con atención: también lo harán despachos presidenciales, mercados energéticos, ONG ambientalistas y las redes sociales.

Roma vuelve a reflejar miedos y esperanzas de buena parte del planeta. El nombre que emerja no resolverá la crisis de nuestro tiempo, pero ofrecerá una brújula moral. Y en días de confusión y pesimismo en la política internacional, una brújula vale mucho.