El orden y la conexión de las ideas es lo mismo que el orden y la conexión de las cosas.
Baruch Spinoza
¿Sabías que las personas dudan lo mismo sobre contactar a un extraño que contactar a un amigo lejano? De acuerdo con investigadoras de la Universidad de Sussex muchos individuos le tienen el mismo miedo a contactar a un amigo que no ven hace mucho tiempo, que a contactar a una persona desconocida.
A través del estudio publicado en el diario Communication Psychology las expertas Lara Aknin y Gillian Sandstrom investigaron por qué.
Las investigadoras estaban especialmente interesadas en comprender las barreras sicológicas que impiden a la gente dar el paso aparentemente sencillo de volver a conectar con un viejo amigo. Su hipótesis era que el miedo al rechazo, la incomodidad y el sentimiento de culpa podían ser factores importantes.
Para averiguarlo realizaron siete distintos estudios con casi dos mil 500 participantes. En el primer estudio las expertas pretendían determinar cuántas personas habían perdido el contacto con un amigo al que aún apreciaban y su disposición a retomar ese contacto. A los participantes se les pidió que calificaran su disposición de ponerse en contacto con su antiguo amigo; también identificaron varias barreras para volver a contactar a ese amigo y las razones que podrían obligarlos a hacerlo.
Dicho estudio reveló que aun cuando la mayoría de las personas habían perdido el contacto con un amigo, en general se mostraban neutrales o negativas a volver a contactarlo, citando barreras como el miedo al rechazo y la incomodidad.
En el segundo estudio los participantes evaluaron si estarían dispuestos a contactar a algún amigo que iniciara primero el contacto. Los resultados mostraron que los participantes estaban mucho más dispuestos a escuchar a un antiguo amigo que a ponerse en contacto ellos mismos. Esto indica que, si bien existe el deseo de reconectar, el acto de iniciar el contacto es un obstáculo importante.
Disposición
Para examinar el comportamiento real los investigadores realizaron otro estudio donde se pidió a los participantes pensar en un viejo amigo con el que quisieran reencontrarse. Se les dieron dos minutos para redactar un mensaje y se les asignó a un grupo de control, a un grupo de estímulo reflexivo o a un grupo de estímulo impulsivo.
Al grupo de control simplemente se le animó a enviar su mensaje; al grupo reflexivo se le incitó a pensar en lo mucho que apreciarían recibir un mensaje así; y al grupo impulsivo se le aconsejó que no pensara demasiado y se limitara a enviar el mensaje. Pese a estas intervenciones solo un tercio de los participantes enviaron el mensaje, lo que indica que ni los estímulos reflexivos ni los impulsivos aumentaron significativamente la probabilidad de contactar.
En otra prueba los participantes evaluaron su disposición a realizar ocho actividades, entre ellas contactar a un viejo amigo, hablar con un desconocido y recoger basura. Las investigadoras descubrieron que los participantes no estaban más dispuestos a acercarse a un viejo amigo que a realizar estas otras tareas, incluida la de hablar con un desconocido.
Así fue como las expertas, a través de diversos ejercicios, llegaron a la conclusión de que a las personas a veces nos cuesta trabajo contactar a viejos amigos, aunque deseemos hacerlo incluso al grado de pensarlos como extraños.
¿Y a ti te cuesta trabajo contactar a viejas amistades?