¿MÉXICO AL COMANDO SUR?

“Ajustes y reajustes en el plano geopolítico mundial”

Javier Oliva Posada
Columnas
¿MÉXICO AL COMANDO SUR?
Foto: appalachianviews

La semana anterior el pleno de la Cámara de Representantes de Estados Unidos (cámara baja para nuestro caso) resolvió de forma sorprendente —por sus implicaciones— que en la distribución de las responsabilidades geopolíticas y militares de ese país México pase a ser área del Comando Sur.

Un poco de historia. Luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 las estructuras de la política exterior, seguridad nacional y militar de EU fueron revisadas y ajustadas de fondo. En noviembre de 2002 se creó el Departamento de Seguridad de la Patria, que aglutina a todas las agencias de inteligencia y seguridad, a excepción de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Oficina Federal de Investigación (FBI) y el complejo de inteligencia militar. Por otra parte, se adoptó la determinación de crear áreas específicas de responsabilidad civil militar en todo el mundo. Es así como se crean los Comandos Norte, Sur y Central, entre otros. El objetivo es tener la capacidad de disuasión, prevención y, dado el caso, de respuesta por parte de las Fuerzas Armadas estadunidenses ante una situación grave de afectación a sus intereses.

Por lo que respecta a la decisión de la Cámara de Representantes para proponer la incorporación de México al Comando Sur, tiene serias y delicadas implicaciones, aunque pocas posibilidades de prosperar, pues aún requiere del visto bueno del Senado e incluso de la Oficina del presidente.

Lo primero que debe apuntarse es que en pleno contexto de las campañas por la presidencia de ese país la cuestión es que México es visto más como un antagonismo que como una eventual oportunidad o un aliado. La principal contradicción es el muy importante nivel que ambas economías tienen entre sí.

Visión

Entonces, ¿qué significa que México sea incorporado a la administración del Comando Sur en cuanto a las responsabilidades geopolíticas y militares de EU? La primera y más compleja implicación es equiparar a nuestro país con regímenes autoritarios como los de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Esto, además de insertarlo a la misma dinámica de producción y tráfico de drogas.

Desde las oficinas del Departamento de Defensa norteamericano esto no ha sido recibido con beneplácito ni mucho menos: es poco probable que la decisión de la Cámara de Representantes prospere, pero es un indicador más respecto de la visión que los sectores más conservadores y, por tanto, racistas de EU tienen sobre nuestro país.

Por supuesto que en el entorno civil de la candidata triunfadora de los comicios presidenciales es algo que deben tomar en consideración, sobre todo al inicio, en las relaciones bilaterales entre ambos gobiernos. Gane quien gane. Pero, además y sobre todo, que ante la extensión cronológica de la invasión de Rusia a Ucrania una decisión de esa naturaleza afecta a las relaciones de cooperación e intercambio de información y adiestramiento entre las Fuerzas Armadas de ambos países.

De ahí que no deba dejarse pasar a la ligera lo que podría representar para México una readscripción, que aun cuando tenga un parcial efecto sobre la formación y adiestramiento militar propio, desde luego que sí tiene mucho que ver con los ajustes y reajustes en el plano geopolítico mundial.

De nueva cuenta, y como lo he apuntado en otras ocasiones, la diplomacia militar va por otro camino, que puede ser —y de hecho lo es— la opción para contener el despropósito planteado para que México sea incorporado al Comando Sur. Ya lo veremos.