PAÍS ERÓTICO

Mónica Soto Icaza
Columnas
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MÉXICO ERÓTICO

He atravesado el país de feria de libro en feria de libro, de presentación en presentación. Estar de incógnita en mi stand me ha regalado un efecto colateral no previsto: un profundo conocimiento empírico del mercado editorial mexicano. Y no solamente del relacionado con el erotismo, sino en general. Como las únicas personas que llegan buscándome son mis fieles lectores y seguidores de redes sociales, me enfrento a asombros, juicios y coincidencias, a visitantes accidentales que terminan llevándose un título inesperado.

Como dijo Henry Ford: “Si le hubiera preguntado a la gente qué quería, me hubiesen dicho que caballos más rápidos”. Pasa algo parecido con mis libros y mi propuesta; la gente llega a las ferias buscando las presentaciones o los ejemplares de sus autores favoritos, de paseo con su familia, por cumplir la tarea escolar… y de pronto se encuentra con algo que ni siquiera sabía que le gustaba: un stand con libros y otros objetos que celebran el deseo, el sexo y la reapropiación del erotismo para vivir con plenitud lujuriosa.

Mi afán de dedicarme a escribir sin buscar subsidios, mecenas o venderle el alma al diablo me llevó a convertirme en empresaria y promotora de mi propio trabajo; en escritora independiente. Eso me llevó a las ferias de libros. ¿Qué mejor manera de poner mis letras al alcance de los lectores?

Así en la Ciudad de México, Mérida, Guadalajara, Monterrey, Cancún, Veracruz, Orizaba, Coatzacoalcos, Toluca, Metepec, Tenancingo, Cuernavaca, Xochitepec, Chalco, Chimalhuacán, Pachuca, Iztapalapa, San Miguel de Allende, Tuxtla Gutiérrez, Ecatepec, Tepotzotlán, Tepito, Tultitlán, Topilejo, Xochimilco, Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán, Chilpancingo, Cuautla y Puebla (además de Los Ángeles, La Habana, Caracas, Maracay, Bogotá, Frankfurt); en las ferias de libros más grandes y en las más pequeñas. Los foros más prestigiosos y los marginales. Auditorios de cientos de personas y de cinco. Museos, salas de arte, librerías, centros culturales, hoteles, centros de convenciones, centros comerciales, tiendas temáticas, universidades, ferias de libros, cafeterías, camellones y casas, he andado por todas partes compartiendo ideas, incitando a hombres y mujeres a apropiarse de su cuerpo, su deseo, sus decisiones, su presente, su destino.

Mapa

Porque sí: el mundo puede ser un lugar complicado, difícil, hostil, pero es también el mundo que habitamos, la tierra que pisamos, el viento que respiramos y el único contexto en el que podemos desarrollarnos y existir, así que más vale transitar el tiempo utilizando el cuerpo y el cerebro a sus máximas capacidades. ¿Para qué, si no es para usarlos, los queremos?

Con mis andanzas por el país tengo ya un mapa de preferencias, predilecciones, caracteres, repulsiones, modos y maneras, influencias; un estudio de mercado vivencial que ha sido enriquecedor y en ocasiones sorprendente. En las sociedades la realidad desafía a los prejuicios, y me sé afortunada de poder experimentarlo con mis sentidos.

Tengo los ojos llenos de caminos, de sonrisas, de reflexiones, de expectativas cada vez más reales, de autores locales o regionales según la feria, de sueños que se renuevan cada vez que me toca volver a casa.

No hay conocimiento más enriquecedor que el que me da estar de incógnita en mis stands. No hay satisfacción más grande que ser hallazgo y conocer el pulso de mi país: un país cada vez más erótico…