MÉXICO EN EL CONTEXTO GEOPOLÍTICO

Javier Oliva Posada
Columnas
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México contexto geopolítico

El inicio formal de las campañas por la presidencia de Estados Unidos abre un compás para que los distintos grupos de poder de ese país, y otros a nivel mundial, vayan perfilando sus estrategias para el caso de que cada una de las mancuernas aspirantes logre el triunfo.

Así, a Kamala Harris en principio se le puede observar como propensa al diálogo y a la pluralidad, en tanto que Donald Trump, radicalizado en su discurso racista y xenófobo, se aproxima a la intolerancia y sobre todo, para el tema de esta colaboración, al aislacionismo.

Como sabemos, la agenda de temas derivada de lo que significa México para EU —y en general para la agenda de seguridad internacional y continental— aumenta su relevancia en el ámbito geopolítico, en tanto que se amplía el número de conflictos y, por lo tanto, crece la tensión.

Así las cosas, el curso de la invasión de Rusia a Ucrania ha sido de enorme utilidad para Europa y con precisión para la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a fin de cohesionarse, ampliarse y armarse.

También la incontenible escalada de amenazas y violencia en la extensa zona de Oriente Medio genera un panorama para la guerra extendida.

La historia demuestra que sabemos cómo empiezan las guerras, pero nadie sabe cómo ni cuándo terminan.

Deben agregarse los escenarios latinoamericanos de conflictos derivados —de forma inexplicable— de procesos electorales y democráticos. La imposición de dictaduras simuladas, como son los casos de Nicaragua y ostensiblemente Venezuela, propician desencuentros que pueden ir mucho más allá de las meras represalias diplomáticas. Por ejemplo, el debilitamiento de la cooperación regional contra antagonismos violentos como el narcotráfico y otros delitos conexos. Qué decir de los flujos migratorios forzados, que sin excepción apuntan en su mayoría a EU e indefectiblemente pasan por México.

Objetivos

En esta breve descripción del contexto las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la seguridad fronteriza entre ese país y el nuestro, la invasión rusa a Ucrania y las tensiones políticas en varias naciones latinoamericanas propician que desde nuestro país deban diseñarse programas y políticas que mantengan a buen resguardo los intereses nacionales y las dimensiones de la seguridad, es decir: nacional, interior y pública.

Resulta evidente que al gobierno de Claudia Sheinbaum le corresponderá, en menos de 60 días, comenzar con un detallado plan para procesar la simultaneidad de los escenarios referidos; además, por supuesto, de la crítica situación de la seguridad pública en varias partes de la República.

Por eso el tiempo cuenta, y mucho, para articular algo más que una visión ideologizada, ajena a las objetivas dinámicas mundiales y regionales que no contribuyen a preservar e incluso fortalecer la proyección del poder nacional.

La geografía de México es un punto indiscutible sobre el cual se deben plantear los objetivos del Estado y la sociedad. Veremos cómo, conforme se aproxime el 5 de noviembre, día de las elecciones en EU, el menú de temas derivados de la relación con México y de su situación interna irá en aumento.

De ahí que atender las condiciones que prevalecerán los siguientes años sea determinante para la construcción de las plataformas para el desarrollo de nuestro país. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el aislacionismo no le ha dado buenos resultados a ningún país; pretender revivirlo como plantean Trump y otros dirigentes afines solo debilita a los Estados que lo promueven. Las evidencias están ante nosotros.