MARÍA, EL ESTANDARTE

Guillermo Deloya
Columnas
María Corina Machado

Una mujer que conjuga resiliencia, determinación y soporte popular está destinada a relucir como un faro en la intrincada lucha que contra el autoritarismo sostienen los venezolanos. Aquella a quien se ha llegado a denominar “madre guardiana de los venezolanos” sostiene con decoro todo el embate que el poder del régimen de Nicolás Maduro ha puesto en su contra: María Corina Machado es hoy la mujer que encarna un nuevo liderazgo que gana terreno a nivel internacional y que visibiliza una lucha que, a pesar de la adversidad, bien podría marcar un cambio radical en el destino de una Venezuela que ha sufrido décadas de deterioro democrático.

Esta persistencia en defender la libertad ante el autoritarismo le ha ganado que en recientes fechas la comunidad internacional la eleve a nivel de ejemplo mundial.

Recientemente la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa la nominó como candidata al Premio Václav Havel por la defensa de los derechos humanos en Venezuela. Y ante lo sonado que ha sido el caso de tal país por la manera tan cínica en la que Maduro se apropió de la elección, no sería de extrañarse que María Corina sea la ganadora del galardón.

Esta aseveración se refuerza cuando visualizamos los perfiles de aquellos que junto a la venezolana se encuentran nominados: Akif Gurbanov, quien en Azerbaiyán defiende los derechos de periodistas a través de su organización Iniciativa Democrática; y la activista georgiana Babutsa Pataraia, tozuda defensora de los derechos de la mujer.

Pero María Corina detenta algo especial que ha logrado entreverarse tanto en la conciencia social como en el sentimiento profundo de un nacionalismo venezolano que grita por libertad. Su voz resuena con mayor fuerza y permanencia que las de distintos liderazgos que el propio poder despótico consiguió aminorar. Hoy María se ubica arriba de lo que en su momento pudieron conseguir Juan Guaidó, Leopoldo López o Henrique Capriles; su toque femenino, su enorme capacidad de comunicación y su claridad de objetivos en una lucha encarnizada la mantienen como una esperanza.

Repudio

Venezuela vive una desarticulación democrática sin precedentes. Todos los organismos que deberían velar por la imparcialidad y la legalidad de las actuaciones en materia electoral son claramente secuestrados por la voluntad dictatorial para convertirlos en meras vocerías de sus excesos y caprichos. La dictaminación de la elección por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), así como la convalidación categórica de la Sala de Justicia Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, son una auténtica bofetada a los ciudadanos, quienes claramente en su mayoría repudiaron en las urnas tantos y tantos años de un régimen tiránico.

Y la violación a la legalidad y la maquila de un fraude continuado por parte del Tribunal Supremo vienen a cerrar un ciclo que obedece a los designios de un Maduro enloquecido por el poder.

La comunidad internacional repudia con severidad tales excesos; tanto la Organización de Estados Americanos (OEA) como la de las Naciones Unidas (ONU) levantan voces para argumentar con contundencia sobre lo burdo que resulta este fraude.

En el caso de la primera, la OEA ha precisado sobre la carencia de atribuciones por parte del CNE venezolano para realizar investigaciones o dictaminaciones, además de que es claro que la resolución del tribunal carece de valoración objetiva de evidencia aportada por la parte recurrente. En el caso de la ONU, a través de su Misión de Determinación de los Hechos en Venezuela ha establecido con severidad que tanto el Tribunal Superior como el CNE son organismos de simulación que carecen de cualquier independencia e imparcialidad y, en consecuencia, solo sirven como órganos de encubrimiento para el poder dictatorial de Maduro.

Y en medio de este caos que para muchos implica ya un notorio desamparo, a María Corina Machado se le percibe más echada para adelante que nunca. Aun con medidas tan represivas y amedrentadoras como la detención de su asesor legal, Perkins Rocha, María toma fuerzas de la nada y convoca a nuevas jornadas de protesta que anticipan concurrencias masivas.

No es extraño que María, ahora convertida en estandarte, también esté en el radar del comité del Premio Nobel para nominarla al de la Paz.