El filósofo Mani, el gran creador del maniqueísmo, fue quien llevó al mundo actual a estar a favor o en contra de las cosas: simple y llanamente nuestro mundo se volvió de los buenos y los malos, de lo blanco y lo negro, y de lo tuyo y lo mío.
Tiempo después San Agustín se volvió un promotor del maniqueísmo, también apostándole a que todas las cosas están bien si están con Dios y si no, no lo están. Esta concepción nos separó nuevamente a todos en buenos y malos.
En todas las épocas han existido hombres que buscan encontrar la solución a los problemas a través de la negociación, tratando de encontrar la salida y anteponiéndose al maniqueísmo.
Uno de ellos es Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, quien frente al exacerbado maniqueísmo de Donald Trump encontró en los electores norteamericanos a sus mejores aliados, con una visión más equilibrada en la que no todo está bien y no todo está mal: de las cosas buenas hay que sacar lo mejor y cuando las cosas son malas hagámoslas a un lado.
El maniqueísmo nos ha llevado en los campos de la política en México a enfrentar a la sociedad entera y en especial a quienes deberían ser mediadores todo el tiempo. Hablo de los políticos. Los eventos sucedidos en la Cámara de Senadores el sábado 29 de abril, desafortunadamente, parecen instalar entre los grupos parlamentarios más posiciones donde la visión es más de lo blanco o de lo negro, de lo positivo o lo deleznable.
Los eventos de la noche de aquel sábado se debieron a la no aceptación del diálogo por parte de la mayoría, cayendo auténticamente en un maniqueísmo innecesario. Lo que sí se necesita es un curso de la cultura de la paz para lograr acuerdos entre las partes más allá de la discusión, ya que eso es mediar para buscar acuerdos por el bien del futuro de México.
Retroceso
Cambiar las leyes siempre es necesario para el beneficio de los ciudadanos, quienes eligen a sus legisladores precisamente para mejorar las leyes. Eso debe hacerse por medio del acuerdo de todas las partes, con la voluntad común.
Vuelve sobre nosotros a caer el pensamiento de Mani, en lo que o todo está bien o todo está mal. Y eso en política significa retroceso y en el manejo de leyes significa que no se escucha a las partes.
Seguramente después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) reordene todo, tratarán de volver a mover las leyes; pero esperemos que sea de una mejor forma, sin que sea blanco o negro, ya que eso no es cultura de la paz y la mediación.
Nuestros políticos, insisto, deberían tomar cursos de cultura de la paz, que les darían elementos para trabajar por este país. Afortunadamente existe la SCJN, que podrá sin maniqueísmos volver a ubicar las cosas para el bien de México.
Para finalizar, la Facultad de Derecho de la UNAM y la Universidad de San Diego iniciaron dos cursos esta semana sobre mediación y sobre cultura de la paz, para que jóvenes estudiantes de estas dos universidades utilicen la mediación como único tema para buscar soluciones para la familia y para cualquier asunto.