Cuando terminé de leer el libro Madre buscadora. Crónica de la desesperación me reproché el porqué no había tenido la empatía, la sensibilidad de entender qué era ser una madre buscadora y que, como periodista, más allá de las redes en las cuales daba likes o le ponía a Ceci un “no estás sola”, sí la dejé, la dejamos sola en Iztapalapa.
El libro expone el caso de Ceci, la madre buscadora, investigadora, excavadora, interrogadora y desafiante del poder. Sus páginas son un testimonio de una mujer inquebrantable; sus hallazgos pueden rompernos el corazón e incluso arrancarnos lágrimas.
A Ceci le han apuntado con armas largas los del crimen organizado y ella sin miedo les dice: “Yo no les debo nada a ustedes, yo solo quiero encontrar a mis hijos”.
El prólogo de Amalia Escobar, seguido por las palabras de Adrián LeBarón, son una guía para aproximarse a la autora, pero también para entender nuestro México de hoy.
Es el país donde Ceci ha sido denostada desde Palacio Nacional por el propio expresidente, pero a nivel internacional ella ha sido reconocida por su lucha, su amor de madre y su entereza.
Con decirles que en 2022 fue incluida en la lista de las mujeres más poderosas del mundo de la revista Forbes y, después, por la BBC de Londres, como una de las 100 mujeres más influyentes a nivel mundial.
Sin embargo, sigue sin tener justicia. Su libro concluye: “No hay líneas que alcanzan a expresar mi dolor; sin embargo, confío en que algunas personas encontrarán apoyo y consuelo en nuestra labor”.
Chivos expiatorios
Permítame, amable lector, volver a traer a colación el modus operandi de Emilio Zebadúa, “EL” responsable de la Estafa Maestra, quien pese a las evidencias de falsificar firmas, acusar a inocentes y pagar sobornos sigue libre sin ningún cargo o proceso en su contra.
El modus operandi de este personaje es el que permitió que Javier “N”, director en la Coordinación de Delegaciones, y José Luis “N”, exdirector de Proyectos Estratégicos de Sedatu, fueran acusados con pruebas falsas por supuestas irregularidades en la cuenta pública 2016 de Sedatu.
Los documentos con que los acusan está comprobado que contienen firmas falsas, pero hasta hoy la Fiscalía les niega una copia certificada, negándoles así su derecho a defenderse.