“Vienen los Reyes Magos con las ofrendas por los caminos desiertos. Quizás han visto brillar a lo lejos las fogatas revolucionarias y se han entristecido, porque en muchos hogares los huérfanos no tendrán juguetes (…)” Este es un fragmento de un artículo escrito por José Luis Velasco para el periódico El País el 6 de enero de 1914. En los días de Reyes a veces observar esta celebración —al igual que cualquier otra— con una perspectiva histórica permite comprender las diferentes maneras de pensar de las sociedades.
¿Cómo se celebraban los Reyes Magos en los tiempos de la Revolución Mexicana? ¿Qué implicaba ese momento especial para la infancia dentro de un país que se encontraba en un proceso de transformaciones sociales y políticas, o que al menos así lo aparentaba?
Menos relevante resulta aquí la cuestión de las facciones revolucionarias y los imaginarios que estas pudieran generar en torno de dicha celebración. Este último aspecto se pone de manifiesto en la continuación del texto de Velasco: “(…) los nenes están solos o porque el padre, carrancista alucinado por las promesas fementidas del ‘separatismo’, se ha lanzado a matar hermanos con armas pagadas con dinero yanqui, o porque el padre, soldado del Ejército, valiente heroico, ha salido a defender los fueros de la civilización contra las hordas de los innumerables Atilas nacionales”.
Enseguida surgen sospechas respecto de las convicciones políticas del escritor, defensor de Victoriano Huerta, quien gobernaba desde la capital parte del país —y no todo, porque los huertistas ya iban perdiendo el control de diversas regiones de la República—. Mediante la figura del soldado “valiente heroico” o del “carrancista alucinado” el autor apelaba a la conciencia de su audiencia instándola a reflexionar sobre la legitimidad de los diferentes bandos.
Visión
Sin duda, se trata de un texto interesante que permite una observación breve a través de unas cuantas líneas. Como con cualquier vestigio del pasado, la aproximación a él solo es posible mediante el planteamiento de problemáticas y preguntas. En este caso los Reyes Magos se convierten en propaganda política gracias a las fuerzas discursivas de las partes. No es raro que tal situación suceda en tiempos de guerra: las transformaciones se manifiestan en favor de las causas de cada contendiente. El autor invoca los sentimientos de los lectores. Los padres ausentes no se limitaban a la tragedia familiar sino que, al mismo tiempo, encarnaban a un país fracturado por ideologías contrapuestas y diversos proyectos de nación.
Así, la celebración de los Reyes Magos podía subrayar las injusticias y el dolor que la guerra provocaba.
Esta brevísima aproximación no hace más que mostrar un uso peculiar de los Reyes Magos durante la Revolución Mexicana. Marcados por la propaganda de su tiempo, también eran símbolo para denunciar la ausencia paterna o la devastación económica. Las imágenes de la familia, los niños a la espera de sus regalos y la resignificación de la fiesta como denuncia política demuestran que las celebraciones populares rara vez escapan a los discursos que aspiran a moldear la visión de un país.
Ninguna festividad ni la figura asociada a ella queda al margen de estos espacios de disputa ideológica.