LO PARANORMAL

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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Sobre todo, a los zahoríes se les utiliza para encontrar manantiales subterráneos. También se dice que son individuos escudriñadores e intuitivos que revelan y adivinan fácilmente lo que otra persona piensa o siente.

Normalmente ellos usan un péndulo o una varilla para ubicar lo oculto. También se les conoce como radiestesistas. El arte de los zahoríes se considera como una seudociencia porque no tiene una base científica.

El jesuita José María Pilón utilizaba este método para encontrar fenómenos paranormales. En enero de 1987 creó el grupo de investigación con el nombre de Hepta. Unas célebres jornadas en el salón Borja de la casa profesa de los jesuitas en la calle Serrano en Madrid; sus intervenciones en casos paranormales en el Palacio de Linares; el Baúl del Monje y el uso del péndulo para encontrar pozos y personas desaparecidas le valieron el reconocimiento y afecto del pueblo.

Es también cofundador de AMIPSA (Asociación de Amigos de la Parapsicología). Escribió El gran libro de la Radiestesia: la búsqueda psíquica, Lo paranormal ¿existe?, Diez palabras clave en parapsicología, Radiestesia psíquica: apuntes para el estudio del fenómeno radiestesico y Cómo manejar el péndulo y la varilla. Estudió y se licenció en Filosofía y Sagrada Teología en la Universidad de Granada.

Hepta, su grupo, intentaba estudiar y ayudar a personas con fenómenos paranormales. Lo forman Sol Blanco-Soler, Piedad Cavero y Paloma Navarrete. Este equipo sigue activo, tratando de seguir los pasos del padre Pilón.

Hay una película en Neftlix que muestra esta historia desde un punto de vista de humor negro y de horror. Se llama Fenómenas, del director Carlos Therón. En la cinta se muestra el último día del padre Pilón y sus gentes.

En realidad, la película no es muy buena, pero tiene momentos que me recordaron a las obras de culto del Santo (que por cierto son malísimas). La cinta se basa en uno de los casos más complicados a los que Hepta se enfrentó: un poltergeist, que dicho sea de paso es un término que se utiliza coloquialmente cuando ocurren acontecimientos violentos en un lugar embrujado. Es un entretenimiento, aunque las verdaderas participantes aseguran que lo ocurrido fue real. Yo, como soy un romántico empedernido, no les creo ni madres. Pero cada quien su vida. Hay en YouTube algunas entrevistas de Hepta. Al parecer ya solo quedan dos del personal original.

Sin papeleo

A Tristán los fenómenos paranormales le venían valiendo madres. Un día, en un Vips, vio que en la mesa de junto estaban algunos personajes platicando. Entre ellos se encontraba el maestro Raul Quintanilla, junto con otros grandes directores que voy a omitir.

Resulta que Tris tomaba una taza de café cuando apareció un maleante con pistola en mano. Al principio no lo alcanzó a ver, porque estaba de espaldas, pero cuando escuchó unos gritos volteó instintivamente y vio cómo el asaltante les pedía a grito pelado sus pertenencias a los comensales. Uno de ellos, que traía un Rolex, lo escondió en la salsa.

Tris observaba desde lejos todo, listo para accionar su pistola. De pronto, uno de los amigos del maestro le contestó al asaltante:

—Revisa la salsa. ¡Que revises la salsa! No seas pendejo.

El ladrón sacó el Rolex y se lo metió a la bolsa. El dueño del reloj estaba furioso con su amigo, mientras este se atacaba de risa.

Tris se acercó y le puso la pistola en la sien al sujeto.

—Devuelve sus pertenencias a tan distinguidos señores, si no quieres que te meta un plomo en la cabezota. Despacio y sin repelar, hijo de la chingada.

Tris tomó un cuchillo de carne que estaba en la mesa y le cortó tres dedos al asaltante. Salpicó de sangre a todos los de la mesa. Tomó los dedos y los envolvió en una servilleta y se la pasó al asaltante. El maestro Quintanilla no daba crédito.

Al terminar, Tris dijo:

—Lárgate antes que te desangres y no regreses.

Después devolvió las pertenencias. Lo más extraño es que todos estaban batidos de la sangre, menos Tris, a quien no le cayó ni una gota.

El maestro Quintanilla, muy ufano, se volteó y comentó:

—Esto es un caso para las Hepta del padre Pilón.

Invitaron a tomar café a Tris y nadie levantó el acta. Tris podía estar tranquilo: no tenía que hacer el papeleo ni encerrar al asaltante, que corrió al hospital.