¿Quién es blanco y quién no? Parece una pregunta fácil a simple vista, pero si la convertimos en un fenómeno social o histórico adquiere una naturaleza más compleja. Detrás hay diversos mecanismos de control, clase, cultura y poder que terminan definiendo la blancura de las personas, asignándoles así cierto estatus frente a otros grupos.
En su libro The Great Arizona Orphan Abduction (1999) la historiadora Linda Gordon demuestra tales complejidades, mostrando así que lo “blanco” no siempre ha sido algo bien definido.
Gordon presenta un análisis de un incidente ocurrido en 1904, cuando un grupo de monjas católicas trasladó a varios huérfanos irlandeses desde Nueva York hasta los poblados de Clifton y Morenci, en Arizona, para que fueran adoptados por familias mexicanas. Ella examina cómo las tensiones raciales, de clase y de género se mezclaron alrededor de la adopción de estos niños, catalogados como “blancos” en un contexto regional donde las otras comunidades como la mexicana eran consideradas “no blancas” por la comunidad anglosajona local.
En su investigación la autora reconstruye el momento en que las monjas, creyendo que no habría problema por entregar a los huérfanos a familias católicas mexicanas, se encuentran de pronto con la oposición violenta de los habitantes angloamericanos.
Aunque en Nueva York los irlandeses no se consideraban completamente integrados en lo “blanco”, en Arizona estos mismos niños fueron percibidos como demasiado “blancos” para ser adoptados por familias mexicanas.
Este conflicto alrededor de las ideas de blancura motivó a los pobladores locales a organizarse en una cuadrilla de vigilantes, quienes arrebataron a los menores de sus nuevas familias y los asignaron forzosamente a hogares anglosajones.
Categorías raciales
La autora analiza el papel protagónico de las mujeres en ambos bandos: por un lado, las monjas y las madres mexicanas que deseaban acoger a los huérfanos; por otro, las mujeres angloamericanas que lideraron el secuestro alegando la necesidad de salvar a los niños de una supuesta pobreza e incultura asociada a la comunidad mexicana.
Además, Gordon explora cómo las autoridades, incluidos los tribunales estatales y la Corte Suprema de Estados Unidos, terminaron validando aquella acción violenta al decidir que entregar niños “blancos” a familias “no blancas” era un riesgo para el bienestar de los menores.
A través de documentos legales, testimonios orales y otras fuentes históricas la autora expone de qué manera la sociedad de la época utilizó el concepto de blancura para definir quién podía ejercer la maternidad o la paternidad legítima. Su libro arroja luz sobre un episodio en el que las comunidades blancas angloparlantes establecían o negaban la condición de “blanco” según factores como la procedencia, la religión y el estatus económico.
Con ello, su libro invita a reflexionar desde una perspectiva histórica sobre las categorías raciales y sus mismas ambigüedades. Es un texto interesante, pertinente de leer ante la situación política y social en Estados Unidos y Europa ante el auge de la extrema derecha y los discursos que buscan reivindicar la blanquitud.
Frente a tal fenómeno, cabe preguntarse: ¿qué es lo blanco para aquellos grupos?