LIBROS Y SALCHICHONES

Mónica Soto Icaza
Columnas
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LIBROS Y SALCHICHONES

¿Se puede vivir de escribir? Seré concisa y directa: sí. ¿Es fácil? De nuevo la concisión y la contundencia: no. Pero, siendo franca, ¿qué trabajo es sencillo y ligero?

El mío es altamente placentero, emocionante, enriquecedor y también tan retador que de pronto dan ganas de tirar la toalla. Soy autora de literatura erótica, independiente, lo que quiere decir que creo en mí como persona y escritora, creo en mis libros, creo en mi trabajo y por eso me dedico a promoverlo yo misma. Yo no pasé, como tantos escritores y artistas, por el proceso de titubear al momento de decidir dedicarme a escribir, no tuve un empleo que odiaba para poder escribir en mis tiempos libres, en mis trabajos jamás tuve un jefe de mierda que me hiciera la vida imposible, sino jefes que se convirtieron en mentores, como David Siller, mi editor en la revista Época. Mi único titubeo fue que me tardé en despegar porque me costó muchísimo empezar a creer en mí; me guiaban algunos prejuicios, los mismos contra los cuales lucho ahora. Como aquello que me sucedió la semana pasada. Te platico:

En mi página de Facebook apareció este comentario: “Con el debido respeto, aparte de escribir libros y divulgar en redes, ¿a qué se dedica? ¿Solo de eso vive?”

Desde que una pregunta inicia con la frase “con todo respeto” se sabe que la persona siente todo, menos respeto. Y más cuando el cuestionamiento se encuentra en una respuesta que alguien colocó en un comentario malintencionado acerca de lo que hago: “¿Tu vida es solo sexo y pasión?” Ante mi réplica aclarando que no todo es sexo, pero que me siento muy afortunada por poder dedicarme a lo que más me apasiona, surgió la duda de si me dedico nada más a escribir y enseñar el escote en redes, como si mi trabajo de escritora no fuera lo suficientemente serio para respetarlo, nada más porque tengo predilección por hablar de sexo y enseñar más piel que la aceptada por la idea del pudor. Sobre todo, tomando en cuenta la enorme cantidad de gente que va por la vida en exhibicionismo de ignorancia y prejuicios y no tiene reparo en ello.

Objeto

No es la primera vez que sucede. No es la primera vez que alguien, hombre o mujer, conocido o desconocido, llega a mis redes sociales, mira mis fotos y de inmediato me clasifica en la categoría de “mujer que lo único que sabe hacer es posar para la cámara y abrir las piernas o hincarse frente a un señor para hacerle una felación que le facilite dinero”, con lo que de inmediato transmuto en objeto para consumo sexual y pierdo mi naturaleza humana, lo que implica que mis derechos, mis sueños, mi talento, mis habilidades, mi inteligencia se esfuman.

Para su mala malintencionada suerte, claro que se puede vivir de escribir, y yo soy un ejemplo de ello. La condición es que tienes que estar dispuesta a consagrarte a la creación y a los libros, todos sus contextos incluidos, como promoción, venta, redes sociales, contabilidad, edición; a ejercitar la tolerancia a la frustración hasta hacerla a prueba de balas, a torear a los imbéciles y agradecer a quienes te apoyan, a saber que el dolor de espalda por cargar 300 kilos en cajas para montar una feria de libro y atenderla durante doce horas diarias en nueve o diez días terminará por desaparecer al mirar a tus nuevos lectores alejarse con tus libros en la mano, felices por haberte encontrado.

Puedo vivir de escribir porque no soy creadora de contenido para redes sociales, soy escritora y empresaria de mis libros, creo en mi producto-obra e invierto en ella sin esperar a que me gane un premio o me den una beca para lograrlo.

Y sigo el consejo de Oliverio Girondo: “Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón”.