Fátima Zúñiga Vázquez, líder juvenil indígena, originaria de la comunidad tzotzil de Venustiano Carranza en Chiapas, representará a México en la 29 Conferencia de las Partes (COP29) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar en noviembre próximo en Bakú, Azerbaiyán.
En entrevista la joven estudiante de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables en la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) platica cómo ha sido romper roles y estereotipos de género para lograr sus objetivos.
—¿Qué problemáticas sociales y ambientales existen dentro de tu comunidad?
—En Chiapas hay muchas problemáticas: violencia, pobreza, escasa educación, problemas ambientales… Por ejemplo, contaminación del agua, tala, sequías, pérdida de biodiversidad, pérdida de maíces criollos. E incluso pérdida de nuestra lengua (el tzotzil).
Hace apenas algunos años, dice, “me hice consciente de que todo esto existe. Cuando vivía allá pensaba que era ‘normal’; era una persona que vivía su cotidianeidad y no veía nada raro en todo lo que sucedía. Fue impactante darme cuenta de todas esas problemáticas”.
En este sentido, puntualiza, “hay muchas mujeres, madres solteras, que viven violencia diariamente en las comunidades indígenas. No tienen voz, ni tampoco opinión. Se les delega a un papel de cuidadoras y madres. Eso lo entiendo, pero creo que las mujeres tenemos mucho más que aportar aparte de llegar a cierta edad, casarnos y tener hijos. Yo quiero que las mujeres de mi comunidad sepan que no solo tenemos ese camino y que podemos hacer lo que queramos siguiendo el ejemplo de otras personas. Si ellas ven que alguien más puede, entonces van a comenzar a creer que también para ellas es posible. A mí me han inspirado muchas mujeres a quienes les apasiona lo que hacen. Quiero ser como ellas, replicar su ejemplo. Quiero hacer lo que me apasiona e inspirar a otras y a otros para que lo hagan. Ese sería mi aporte a mi comunidad, ya que mi plan no es irme y jamás volver: en mi caso quiero regresar a mi comunidad (tzotzil), quiero contribuir a hacer cambios ahí en lo ambiental y también en lo social. Y espero poder hacerlo”.
Frutos
—¿Por qué decidiste estudiar en Chapingo?
—Un tío me platico que en Chapingo prácticamente me iban a pagar por estudiar. Entonces dije: “Quiero esa oportunidad y la voy a aprovechar”. Hoy tengo 21 años, pero cuando vine a la prepa (de la UACh) tenía 15. Vine para acá con mucho miedo y con mucha tristeza de dejar a mi familia, pero al final de todo esta cosecha está dando sus frutos.
—¿Qué piensas hacer dentro de esta COP29?
—Desde que estaba en mi casa veía los problemas ambientales que había. Por ejemplo, en mi comunidad hay una empresa azucarera y cada temporada de zafra caen cenizas del cielo. Para mí eso era algo normal, hasta que me empecé a cuestionar que a final de cuentas esta situación afecta la salud humana. Ese tipo de cosas, de realidades, son las que deben llegar a escenarios internacionales.
Añade Zúñiga que “muchas personas piensan que esos eventos son inútiles, pero ahora entiendo que son cuestiones diplomáticas, de política, de procedimientos y hasta de burocracia, pero al final de cuentas todos vivimos en un planeta, todos tenemos una voz y un voto. Quiero que los demás (el mundo) se entere de que no solo es su realidad, sino que hay otras realidades que también hay que tomar en cuenta. Quiero que este conocimiento sea más digerible, más fácil para las personas, para que así se puedan involucrar más en temas ambientales que los afectan.
Y concluye: “En este sentido, busco y trabajo para que las voces de las juventudes indígenas lleguen hasta allá, ya que en esas convenciones se habla inglés, imagínate a una persona que solo habla tzotzil y que le cuesta el español, cómo va a poder ir a dar una opinión acerca de lo que afecta a su comunidad; cómo va a poder exigir sus derechos. Me gustaría ser un puente entre todas estas realidades que vive mi comunidad y otras comunidades del mundo para mejorar”.