En este año que comienza uno de los mejores libros que podemos recomendar para entender la circunstancia geopolítica actual es El laberinto de los extraviados, del escritor libanés Amin Maalouf, publicado por Alianza Editorial.
Maalouf, quien ya antes fue premiado con el galardón Aujourd’hui al mejor libro de geopolítica en Francia por su obra El naufragio de las civilizaciones, donde explica al lector neófito los vericuetos del mundo árabe, ahora nos ofrece un análisis de los grandes enemigos de Occidente.
En El laberinto de los extraviados Maalouf analiza a Japón, Rusia y China como potencias imperiales que buscaron derrotar y remplazar a Estados Unidos a la cabeza del orden mundial. Ahí explica también cómo crecieron en su estatus imperial y cómo finalmente fracasaron. Y, añade, seguirán fracasando.
Él cree que la guerra en Ucrania ha evidenciado más debilidad que fortaleza de Putin y Rusia, por ejemplo. No obstante, en el último capítulo, dedicado al estudio del ascenso imperial norteamericano Maalouf sugiere que el declive estadunidense puede darse no como resultado de las amenazas externas a su poderío imperial, sino a consecuencia de las numerosas tensiones y crisis internas en su sistema político doméstico.
Adicionalmente, Estados Unidos ha intervenido en guerras inútiles que solamente lo debilitan, como fueron los casos de Afganistán e Irak. El mensaje de Maalouf es que la alianza militar, económica y cultural de Occidente se ha debilitado más por problemas de Estados Unidos que por los desafíos que le plantean los otros países con aspiraciones imperiales.
Vacío anárquico
El libro es una revisión valiosísima de la historia reciente y remota de China, un ensayo sobre la falta de libertad a lo largo de la trayectoria rusa y un profundísimo análisis de cómo Japón creció hasta niveles insospechados e inimaginables solo para terminar estancado.
Maalouf recurre a obras historiográficas, filosóficas y literarias para la reconstrucción del itinerario de los enemigos de Occidente. En otras palabras, busca una comprensión integral de su vida cultural y cómo esta se refleja en su ansia de jugar un papel más amplio en la política mundial.
Miembro de la Academia Francesa, Maalouf tiene la virtud de una prosa lírica muy seductora que permite al lector disfrutar el ensayo como si se tratara de una novela de espionaje. También sugiere que el gran problema es que los adversarios de Occidente ya no tienen un modelo alternativo qué ofrecer, ni para el sistema político doméstico ni para el sistema internacional. Ergo, en el hipotético caso de asumir ellos una posición de liderazgo no se formaría un sistema nuevo sino una especie de vacío anárquico donde las guerras internacionales y civiles se generalizarían y donde se impondría la ley del más fuerte.
La posición final de China, según Maalouf, dependerá de que siga esperando y fortaleciéndose, o que pierda la cabeza y se arroje a una aventura directamente contra Estados Unidos, como le sucedió al imperio japonés en Pearl Harbor.
Finalmente, lo que sí teme Maalouf es un accidente en la carrera armamentista que están persiguiendo Estados Unidos y China, un accidente que detone una guerra o asesine a miles.
Como ve, no es un libro optimista ni esperanzador, pero sí muy lúcido sobre el entorno internacional prevaleciente en nuestros días. Y si usted quiere empezar el año con una visión más clara sobre el mundo que viene, no deje de leer El laberinto de los extraviados.