LA SUSTANCIA, EL HORROR COMO PROVOCACIÓN Y REFLEXIÓN

Francisca Yolin
Columnas
La Sustancia

La sustancia, el más reciente largometraje de la audaz directora francesa Coralie Fargeat, es una obra que desafía las convenciones y nos obliga a replantearnos nuestra percepción del séptimo arte.

Luego de su impactante ópera prima, Revenge, Fargeat vuelve a sumergirse en las turbulentas aguas del thriller sicológico, esta vez con una propuesta que mezcla hábilmente elementos de ciencia ficción y horror corporal.

La trama nos presenta a Elizabeth Sparkle, que interpreta con maestría Demi Moore, una estrella de un programa de fitness, quien al cumplir 50 años es despedida por su jefe misógino, Harvey (Dennis Quaid).

Tras un accidente, Elizabeth descubre un misterioso tratamiento del mercado negro que crea una versión física más joven de uno mismo. Así nace Sue (Margaret Qualley), literalmente del cuerpo de Elizabeth, iniciando un descenso a la locura y una lucha por la identidad y la fama.

Visualmente La sustancia es un festín para los sentidos. La fotografía de Benjamin Kracun captura con maestría la atmósfera opresiva y claustrofóbica del mundo del filme, utilizando una paleta de colores que contrasta violentamente entre los mundos de Elizabeth y Sue. Los efectos prácticos, descritos como creativos y grotescos, se integran orgánicamente en la narrativa, materializando las distorsiones de la realidad de manera tan convincente, que por momentos nos hacen dudar de nuestra propia percepción.

Fargeat teje una narrativa compleja y multinivel que evoca el cine de Cronenberg, Kubrick y Lynch. La directora nos guía hábilmente a través de este descenso a la locura, manteniendo un equilibrio precario entre la coherencia narrativa y la fragmentación deliberada que refleja el estado mental de los personajes.

El uso de técnicas cinematográficas como primeros planos constantes y el diseño de sets reminiscente de El resplandor amplifican la sensación de desorientación y angustia que permea cada fotograma.

Percepción

El elenco entrega interpretaciones viscerales y conmovedoras. Moore supera todas sus actuaciones anteriores, aportando profundidad y tristeza al papel de Elizabeth Sparkle incluso en situaciones cómicas. Qualley brilla como Sue, transformando la ambición en una lujuria no solo por la fama sino por la existencia misma. Quaid encarna perfectamente todo lo repugnantemente espeluznante de los hombres en el poder, bañándose en su propia arrogancia.

Aunque La sustancia puede no ser una película para todos, es definitivamente una experiencia cinematográfica a la que vale la pena darle una oportunidad, porque esta cinta es un testimonio del poder del cine para desafiar, perturbar y transformar.

Fargeat ha creado una obra que trasciende los límites del género, fusionando la tensión sicológica con una crítica mordaz a las nociones sociales de belleza y fama. Es un viaje alucinante que, como la sustancia que da título al filme, se infiltra en nuestra mente y altera nuestra percepción mucho después de que los créditos han terminado de rodar.

Sin duda, esta película coloca a Coralie Fargeat como una de las voces más originales y provocadoras del cine contemporáneo.