NAVIDAD EN VENEZUELA

Sergio Sarmiento
Columnas
Compartir
Navidad Venezuela

Los venezolanos tuvieron la semana pasada una alegría inesperada. Si bien el mes de octubre estaba apenas empezando, el gobierno colocó adornos festivos en calles y plazas: a partir del 2 de octubre dio inicio por decreto gubernamental la Navidad en Venezuela.

Un mes antes, el 2 de septiembre, presionado por todos lados tras haber perdido de manera contundente las elecciones del 28 de julio ante el opositor Edmundo González Urrutia, a pesar de que ordenó a las autoridades electorales que lo declararan ganador, el presidente Nicolás Maduro tomó la decisión de adelantar la Navidad.

“Está llegando septiembre y dije: septiembre ya huele a Navidad. Y por eso este año (…) voy a decretar el adelanto de la Navidad para el 1 de octubre. Arranca la Navidad el 1 de octubre para todos y todas (…) Llegó la Navidad con paz, felicidad y seguridad”.

La celebración había que adelantarla, dijo sin asomo de burla, por las “buenas perspectivas económicas” del país.

Así empezaron las autoridades venezolanas los festejos de Navidad el pasado 2 de octubre: “En nombre de la Gran Misión Viva Venezuela mi Patria Querida, damos inicio a la Navidad —declaró Ernesto Villegas, ministro de Cultura—. Ahora se abre un periodo hermoso. Vamos durante estas semanas que tenemos por delante a escuchar en cada rincón de la patria nuestras parrandas, aguinaldos, nuestros bailes y tradiciones más nobles; y que en el amor nos encontremos los venezolanos para construir un futuro de paz, integración y unidad nacional”.

Tragedia

Esta celebración de Navidad no será corta. Maduro anunció que los festejos se extenderán hasta el próximo 15 de enero. En buena parte del mundo el gozo navideño es importante, pero en Venezuela, un país que ha sufrido una caída de 80% en su Producto Interno Bruto (PIB) en 20 años, la Navidad ofrece un alivio especial para los más pobres… porque el gobierno reparte despensas. Este prolongado festejo tendrá una ventaja política adicional: Maduro está programado para iniciar un nuevo mandato el próximo 10 de enero.

La experiencia de Venezuela nos demuestra que los sueños idílicos de construir utopías de prosperidad con base en controles y dádivas gubernamentales no llevan a buen puerto. No es este el primer país que ha fracasado en medio de las promesas del marxismo o del “socialismo del siglo XXI”. Los venezolanos se dejaron seducir por Hugo Chávez, quien les prometió el paraíso en la Tierra, pero hoy su país, que en un momento fue el más próspero de Latinoamérica, se ha convertido en uno de los más pobres. Los ciudadanos respondieron de manera lógica al darle un triunfo contundente al candidato de la oposición el 28 de julio; pero Maduro ha reaccionado como el dictador que siempre ha sido al negarse a aceptar el resultado de las urnas.

La decisión de adelantar la Navidad se pierde entre lo absurdo y lo ridículo. La Conferencia Episcopal de Venezuela declaró en redes sociales: “El modo y el tiempo de su celebración compete a la autoridad eclesiástica. Esta festividad no debe ser utilizada con fines propagandísticos ni políticos particulares”.

Pero en realidad esto es lo de menos. La lección para todos, para los mexicanos y para los nicaragüenses, para los ciudadanos de cualquier nación, es que los dictadores pierden el sentido de la realidad. Piensan que pueden sustituir las decisiones libres de los gobernados y acabar por decreto con sus actividades económicas y con sus tradiciones. Perder la libertad es siempre una tragedia, perderla ante un dictador como Maduro puede convertirse en una trágica burla.