El director brasileño Walter Salles regresa con Aún estoy aquí, un drama íntimo sobre el impacto de la dictadura brasileña contado a través de Eunice Paiva (Fernanda Torres), esposa de Rubens Paiva (Selton Mello), político desaparecido por el régimen militar.
Con base en las memorias de Marcelo Rubens Paiva la película evita los discursos grandilocuentes para enfocarse en la ausencia y el duelo. Con un tono contenido, pero devastador, Salles construye un relato donde la historia de un país se siente en los silencios de una familia rota.
Desde el inicio la película contrasta la aparente tranquilidad del hogar de los Paiva con la amenaza latente de la dictadura. Rubens, arquitecto y exdiputado, ha regresado del exilio y mantiene su activismo en la clandestinidad. Eunice, en un intento de preservar la normalidad, finge no ver los peligros que acechan.
La fotografía de Adrian Teijido resalta la calidez del entorno familiar con tonos vibrantes que poco a poco se apagan conforme la tragedia se cierne sobre ellos.
El punto de inflexión llega cuando Rubens es detenido. La transformación de Eunice es el corazón del filme: de esposa preocupada a madre en lucha por la verdad. Fernanda Torres ofrece una actuación conmovedora, mostrando su angustia a través de gestos mínimos pero contundentes.
La música de Warren Ellis acompaña con sutileza este proceso, intensificando el peso del silencio y la incertidumbre.
En un Brasil donde las desapariciones eran norma, Aún estoy aquí no es solo una historia familiar, sino también un reflejo de una nación entera. Los momentos de represión se sienten con crudeza no por lo explícito, sino por lo que se intuye: la opresión en cada mirada vigilante, el miedo incrustado en lo cotidiano.
Contra el olvido
El paso del tiempo es retratado con saltos narrativos que muestran la resiliencia de Eunice. Su evolución se muestra sin grandes discursos, sino con actos de resistencia cotidianos. La aparición de la grandísima actriz Fernanda Montenegro como la Eunice anciana da un cierre emotivo a la historia, reforzando el peso de la memoria. La escena final, donde su mirada se ilumina al ver la foto de Rubens en la televisión, sintetiza el mensaje de la película: la lucha contra el olvido. En este punto Salles demuestra su dominio del lenguaje cinematográfico, dejando que el peso de la historia repose en el rostro de su protagonista, en una imagen que dice más que cualquier palabra.
Con Aún estoy aquí, Walter Salles firma una de sus películas más conmovedoras. Sin recurrir a sentimentalismos, entrega un filme poderoso que recuerda que la historia de un país está hecha de ausencias, de voces silenciadas que aún resuenan.
En tiempos donde resurgen discursos autoritarios, la película cobra una relevancia ineludible, reafirmando que la memoria es en sí misma un acto de resistencia. Es cine que no solo retrata el pasado, sino que interpela el presente y nos invita a cuestionar cómo enfrentamos la historia en la actualidad.