El reconocido mediador Pascual Hernández Margoldd afirma con claridad que la mediación se fortalece mediante acuerdos que contribuyen a mejorar las condiciones de vida, impulsando una política gubernamental incluyente. Por ello, resulta fundamental que la mediación y la inclusión entre los mexicanos sean prioritarias para lograr un entorno más equitativo y armonioso.
Es fundamental garantizar que nuestros aliados se encuentren mentalmente tranquilos y no experimenten emociones internas que obstaculicen su desempeño en una mediación. Superar las emociones de los mediados es un desafío, especialmente cuando alguna de las partes adopta una actitud agresiva o difícil de comprender. Esa es precisamente la mediación que debemos buscar, especialmente en un tema tan complejo como la consecución de acuerdos a nivel internacional.
México debe contar con especialistas en el ámbito de la mediación, incluso con coaching especializado, para afrontar estos retos de manera efectiva. Esta semana nuestro país llevó a cabo una mediación extraordinaria con el gobierno del presidente Donald Trump. A pesar de la dificultad del proceso se lograron puntos de acuerdo, en gran medida gracias al trabajo de los mediadores mexicanos, encabezados por la presidenta de México y dos de sus secretarios de Estado.
Uno de ellos, el secretario de Relaciones Exteriores, es un exrector de la UNAM, con amplio conocimiento en mediación y negociación dentro de un entorno académico de gran prestigio. El otro, un egresado del Colegio de México, también cuenta con una sólida trayectoria en la resolución de conflictos. Finalmente, la presidenta desempeñó un papel clave como mediadora principal, logrando alcanzar un acuerdo a contrarreloj con el presidente de Estados Unidos, una tarea que no es sencilla.
Es importante considerar que llegar a una mediación en tiempos de cambio de gobierno, tanto en Estados Unidos como en México, implica desafíos significativos. Sin embargo, uno de los principales objetivos debe ser evitar la ruptura de las cadenas de valor que existen entre ambos países y preservar el acuerdo de libre comercio, pues este ha permitido mantener una relación económica estable y beneficiosa para ambas naciones.
En cuanto al tema del fentanilo, es evidente que México deberá encontrar una solución que permita la cooperación con Estados Unidos en tareas de seguridad en las zonas más conflictivas del país. No podemos ignorar la realidad de que el narcotráfico tiene una gran influencia en regiones como Sinaloa, Jalisco, Michoacán y Guerrero.
Se está llevando a cabo un intercambio de información y colaboraciones entre fuerzas de seguridad, evitando así incursiones unilaterales por parte de Estados Unidos, como el uso de drones armados, lo que podría dañar la imagen de ambos países en la comunidad internacional.
Es importante recordar a nuestros lectores la reciente llegada del nuevo embajador de Estados Unidos en México, Ron Johnson, un exboina verde con vasta experiencia en seguridad. Su misión ha sido bien definida por el presidente estadunidense y es probable que desempeñe un papel clave en la lucha contra el tráfico de fentanilo. Esperamos que su presencia en nuestro país no genere conflictos y, por el contrario, contribuya a la construcción de soluciones efectivas y duraderas, aunque no necesariamente espectaculares.
La mediación en asuntos internacionales debe basarse en principios de justicia, libertad, honestidad y, en última instancia, en el bienestar común. México debe seguir este camino en su negociación con Estados Unidos.
Por último, en el ámbito de la mediación la palabra “pausa” adquiere un significado especial: implica la existencia de una oportunidad para alcanzar un acuerdo. Por ello, el término pausa representa un éxito para México en este proceso.
Posdata
La pista de Ixtepec será clave en los planes de Estados Unidos para combatir a los cárteles mexicanos de la droga, pues seguramente se convertirá en punto de abastecimiento para drones de vigilancia.