RESPIRA AIRE PURO EN LA CIUDAD: LA MAGIA DE LOS JARDINES VERTICALES

J. Alberto Castro
Columnas
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Jardines verticales

Los jardines verticales son una tendencia arquitectónica y paisajística que cada vez gana más popularidad. Aunque la idea de cubrir muros con vegetación no es nueva (los Jardines Colgantes de Babilonia son un ejemplo antiguo), la concepción moderna y sistemática de los jardines verticales se atribuye principalmente a Patrick Blanc.

Este botánico francés es considerado el pionero de los jardines verticales tal como los conocemos hoy. En 1988 Blanc patentó un sistema innovador que permitía crear muros verdes de forma sostenible y estéticamente atractiva. Su sistema se basa en un fieltro de fibra de poliéster que retiene la humedad y las raíces de las plantas, sin necesidad de tierra.

Los jardines verticales de Blanc son únicos, pues utilizan un sistema de riego eficiente y reciclan el agua de lluvia. Permiten cultivar una gran variedad de especies, desde helechos hasta suculentas. Y se pueden instalar en diferentes tipos de superficies y climas.

Además de su belleza estética los jardines verticales ofrecen numerosos beneficios:

Mejoran la calidad del aire Absorben contaminantes y producen oxígeno.

Aislamiento térmico Regulan la temperatura interior de los edificios.

Reducción del ruido Actúan como barreras acústicas.

Aumento de la biodiversidad Atraen insectos y aves.

Mejora del bienestar El contacto con la naturaleza reduce el estrés y mejora el estado de ánimo.

Aunque Blanc es el nombre más asociado a los jardines verticales, otros arquitectos y paisajistas han desarrollado sus propias técnicas y diseños. La popularidad de esta tendencia ha llevado a una gran variedad de aplicaciones, desde fachadas de edificios hasta interiores de viviendas.

En resumen, los jardines verticales son mucho más que una moda pasajera. Son una solución innovadora y sostenible para crear espacios verdes en entornos urbanos, mejorando la calidad de vida de las personas y el medio ambiente.

Conciencia ambiental

En México empresas como Generación Verde (GV) son pioneras en la implementación de jardines verticales. A través de sus proyectos demuestran que es posible transformar espacios urbanos en oasis de vegetación.

Precisamente Ulises Martínez Gilbón, egresado de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, en 2011 incubó la empresa GV en InnovaUNAM, entidad universitaria cuyo objetivo es apoyar a emprendedores y nuevos empresarios de la comunidad puma.

Convertido en un emprendedor con conciencia ambiental, Martínez sostiene que el imperativo categórico de su vida es reverdecer las urbes y que la vegetación sea parte integral de la vida citadina. A la fecha la empresa ha concretado alrededor de 350 proyectos entre jardines verticales, azoteas verdes y huertos urbanos, lo cual se traduce en casi cinco mil metros cuadrados de áreas verdes a lo largo del país.

En la vorágine de las metrópolis modernas, la naturaleza parece ser un lujo cada vez más escaso. Por ello es alentador que en las últimas décadas haya surgido una innovadora solución para reverdecer nuestras ciudades: los jardines verticales. Estos muros vivientes no solo embellecen el paisaje urbano, sino que también ofrecen una serie de beneficios ambientales y sociales.

La urbanización desmedida genera una serie de problemas ambientales, entre ellos la disminución de espacios verdes, el aumento de la temperatura urbana y la contaminación del aire. Las ciudades, convertidas en islas de calor, demandan soluciones urgentes para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Los jardines verticales, como los promovidos por empresas como GV, ofrecen una respuesta eficaz a estos desafíos. Al cubrir fachadas y muros con vegetación, se logra mejorar la calidad del aire: las plantas absorben contaminantes y liberan oxígeno, contribuyendo a un ambiente más saludable.

Igualmente, regulan la temperatura: los jardines verticales actúan como aislante térmico, reduciendo la necesidad de sistemas de climatización y mitigando los efectos de las islas de calor. Aunque sea difícil de creer estos ecosistemas verticales atraen aves, insectos y otros organismos, enriqueciendo la biodiversidad urbana.

Los muros verdes embellecen el paisaje urbano y crean espacios más agradables. En fin, mejoran la estética urbana. Además, representan un desafío porque se requieren sistemas de riego eficientes y la utilización de plantas adaptadas a cada entorno que mejoran la calidad del aire, promueven la generación de oxígeno, actúan como filtros naturales, capturan contaminantes y absorben CO2.

Más allá de sus beneficios ambientales los jardines verticales influyen positivamente en nuestra salud y bienestar. Estudios demuestran que el contacto visual con la vegetación reduce el estrés y la ansiedad, mejorando nuestra calidad de vida. Incluso, los edificios con fachadas verdes suelen tener un mayor valor de mercado, convirtiéndose en una inversión a largo plazo.

Del mismo modo, representan una oportunidad única para transformar nuestras ciudades en lugares más verdes, saludables y sostenibles. Al combinar la belleza de la naturaleza con la innovación tecnológica, estos muros vivientes ofrecen una solución integral a los desafíos de la urbanización. Es fundamental que gobiernos, empresas y ciudadanos trabajen juntos para promover la implementación de estos proyectos y crear ciudades más resilientes y habitables.

Maravilla arquitectónica

El edificio Santalaia, en Bogotá, Colombia, es el jardín vertical más grande del planeta con más de tres mil 100 metros cuadrados de vegetación.

A su vez, el complejo residencial Bosco Verticale, en Milán, Italia, contiene en las fachadas un impresionante bosque urbano.

Y el puente Max-Juvénal, en Francia, cuenta con un jardín vertical que además funge como barrera acústica.