ANTE LA IRRACIONALIDAD

Sergio Sarmiento
Columnas
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Donald Trump

A Donald Trump le gusta jugar con la gente y con los inversionistas. En el primer minuto de este pasado miércoles 9 de abril entraron en vigor los aranceles “recíprocos” —que no son recíprocos— que ordenó sobre productos de más de 60 países. A las 9:37 de la mañana, tiempo del este, mandó un mensaje en su red Truth Social diciendo que este era “un gran tiempo para comprar”.

Parecía extraño, considerando que sus mismos aranceles habían provocado un desplome de los mercados bursátiles desde el 2 de abril, en lo que él llamó el “Día de la Liberación”.

Menos de cuatro horas después, a las 13:18, anunció que estaba elevando los aranceles contra China a 125%, una cifra irracional, pero ordenando también una “pausa” de 90 días para los países que no tomaron represalias contra sus aranceles, aunque dejó un gravamen básico de 10% para todos estos países.

Una de las consecuencias fue un brutal repunte de las acciones estadunidenses, que se habían desplomado antes como consecuencia de las políticas de Trump.

No sabemos si cuando Trump dijo que este miércoles pasado era un gran momento para comprar acciones ya tenía el plan de anunciar la pausa. Si Trump o cualquiera hubiera comprado acciones en la mañana habría obtenido ganancias extraordinarias en unas cuantas horas. Ese comportamiento de hacer recomendaciones de compra o adquirir acciones cuando se tiene información privilegiada es un delito, aunque el presidente de Estados Unidos tiene la filosofía de que no le deben salir con el cuento de que la ley es la ley.

Ocurrencias

El comportamiento de Trump es cada vez más errático. No es una persona sensata con la que se pueda negociar de manera racional. Tiene ideas que no están sustentadas en la realidad, como que los aranceles pueden generar una mayor prosperidad. Gobierna con ocurrencias. Lo vemos en la manera en que establece impuestos para quitarlos o pausarlos después. Parece que su propósito es generar incertidumbre.

México fue uno de los primeros países en los que Trump puso la mira. Amenazó primero con cobrar a nuestro país y a Canadá, signatarios del TMEC, un arancel ilegal de 25%. Después retiró esa amenaza, pero incluyó a los dos países en un arancel global de 25% al acero y de 10% al aluminio, a pesar de que violaba también el acuerdo comercial entre los tres. Implantó asimismo un arancel especial de 25% a las partes de automóviles producidas en los dos países que no se ajustaran a los términos del TMEC. Debido a que antes del gobierno de Trump Estados Unidos cobraba solo 2% promedio de aranceles, muchas veces las empresas no hacían el trámite para que sus productos hechos en México y Canadá quedaran certificados dentro de las reglas del tratado comercial.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha tenido razón al actuar de manera cautelosa en su trato con Trump. Estados Unidos es un país demasiado poderoso e importante para México como para entrar en disputas innecesarias con él. Pero es claro que México no puede depender de la racionalidad del presidente estadunidense. Por eso es necesario fortalecer la economía de nuestro país.

Esto, sin embargo, debe hacerse de manera práctica e inteligente y no con simples declaraciones políticas. Necesitamos promover una mayor inversión del sector privado y aumentar la productividad. Es una cuestión de supervivencia. No podemos depender comercialmente de Estados Unidos gobernado por ocurrencias.