LA INVERSIÓN FÍSICA NO SE DESPLAZA COMO LOS CAPITALES GOLONDRINOS

“El panorama de comercio global terminaría por imponerse más temprano que tarde”.

Columnas
Share
Donald Trump

La pretensión del presidente Donald Trump para que la industria automotriz traslade su producción a territorio estadunidense en principio es un deseo que llevaría tiempo en materializarse y en paralelo representaría pérdidas no solo económicas, sino también en términos de inversión.

Generalmente las grandes inversiones, como la de Tesla en Nuevo León, tienen un largo periodo de maduración desde el momento en que son anunciadas hasta que se concreta el inicio de la producción.

Son decisiones de largo plazo, ligadas a inversiones concretas, tangibles, que tienen un comportamiento diferente a lo que sucede en términos de inversión bursátil.

Una situación que como inversor inmobiliario conoce a la perfección el presidente Trump y que está lejos de superarse con discursos.

Por donde se quiera ver, es evidente que el discurso político de Trump al momento ha tenido como su principal adversario a la realidad, que lo deja en medio con México como interlocutor obligado, mientras que en el plano interno empresarios e inversionistas como los del sector automotriz al presionar abren una válvula de alivio que le permite contar con un justificante para aligerar las medidas.

En tanto, es claro que tanto México como Canadá son sus principales socios comerciales y, por su ubicación geográfica, en conjunto con Estados Unidos conforman una región comercial trascendente. Una alianza comercial que ante el crecimiento de la economía china se traduce en un elemento fundamental y que fracturada, o al menos con una fisura, a todos perjudica.

En poco más de mes y medio de gestión es evidente que los aranceles anunciados por Trump operan como un instrumento de presión política y económica eficaz, pero la pretensión de que la producción de vehículos se traslade a EUpara evitar el pago de aranceles no es una decisión sencilla.

Los empresarios de EU saben y están conscientes de que esa acción tomaría tiempo y tendría un costo elevado.

Además de que no puede dejarse de considerar que sería necesario realizar la importación de las autopartes que no se producirían en EU, además del obligado cierre o disminución de la producción que realizan en las plantas instaladas en México.

Conductores

En el fondo, lo evidente es que bajo la dinámica del comercio global las acciones de proteccionismo económico, como las que busca imponer Trump, tienen escaso margen para prosperar. Aun cuando los empresarios del sector automotriz optaran por tomarle la palabra, el panorama de comercio global terminaría por imponerse más temprano que tarde.

Un panorama que aplica en casi todos los sectores de la economía, pues el flujo de mercancías se traduce en una férrea disputa; incluso en la producción de alimentos, donde por más que se quiera no se puede proteger el mercado interno.

El comercio global y el flujo de mercancías, a la par de mercados y regiones comerciales, ha pasado por un largo periodo de maduración en el que hasta el momento los empresarios han demostrado operar de manera exitosa en el plano de la toma de decisiones.

En resumen, todo apunta a que a la par de cabildear con otros gobiernos, como el de México, Trump tendrá que operar con quienes ocupan el cuarto de junto y, como él lo hizo durante un largo periodo, están centrados en la actividad empresarial y acostumbrados a ser escuchados.

En tanto que México como interlocutor debe permanecer a la expectativa, a la espera de que la determinación de los verdaderos conductores de la economía opere en su favor de manera indirecta, lo que los coloca al momento como los principales aliados de la causa y defensa de los intereses mexicanos, de manera colateral.