LA FALACIA CENTRAL DE LA POBREZA (1)

“Una idea tan equivocada como destructiva”.

Guillermo Fárber
Columnas
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Pobreza

“Es una de las ideas más falsas, pero a su vez más influyentes, la de que ‘la pobreza de los pobres se debe a la riqueza de los ricos”. Michel de Montaigne, en el siglo XVI, enunció un principio según el cual ‘no se saca provecho para uno sin perjuicio para otro’.

“En principio, la idea parece lógica. ¿Quién no ha repetido alguna vez que la causa de la pobreza es el exceso de riqueza de unos pocos?

“Pero el llamado ‘dogma Montaigne’ parte de una premisa absolutamente equivocada. La pobreza no tiene causa. Es el estado natural del hombre. Ello no significa que la pobreza sea deseable. Todo lo contrario. Pero en los inicios de la humanidad, en las cavernas, todos éramos absolutamente pobres. Y no es cierta la frase de que todo niño trae un pan bajo el brazo. Es lo contrario. El niño viene con hambre y si sus padres no se encargan de saciarla, el niño morirá.

“Lo que sí tiene causa (y la conocemos) es la riqueza. Ella proviene de la acumulación y uso del capital. Viene de las condiciones que generan la inversión productiva y la innovación (la protección de la propiedad, el reconocimiento del carácter obligatorio de los contratos, entre otras).

“Así, la pobreza desaparece cuando aparece la riqueza, exactamente la idea contraria a la que propone Montaigne”.

Todos ganan

“La falsedad del dogma causa muchísimo daño. Ha generado políticas tributarias que destruyen los incentivos para generar riqueza (y por tanto eliminar pobreza). Causa problemas regulatorios que perjudican a los consumidores en lugar de beneficiarlos. Es una idea tan equivocada como destructiva.

“El punto de partida del error de Montaigne es que el intercambio es un juego de suma cero; es decir, que si alguien gana es porque alguien pierde. Pero en realidad el intercambio libre y voluntario hace que ambas partes ganen.

“Si usted quiere comprar una casa que valora en 100 mil dólares de un propietario que la valora en 60 mil, pueden pactar un precio de 90 mil. El propietario habrá ganado 30 mil (recibió 90 mil por una casa que valora en 60 mil) y el comprador diez mil (pagó 90 mil por algo que valora en 100 mil). Uno ganó más que el otro, pero los dos ganaron. Nadie se apropió de nada del otro. Y sin quererlo han mejorado la situación de la sociedad en su conjunto, pues la casa pasó de un uso valorado en 60 mil a uno valorado en 100 mil. Nadie se hizo rico a costa del otro. Ambos se enriquecieron al mismo tiempo.

“Si una empresa contrata a un trabajador, este no se vuelve más pobre al día siguiente de su contratación. Es todo lo contrario. Pasa de ser desempleado (ganaba cero) a ganar un sueldo (por ejemplo, mil). Lo cierto es que tanto la empresa como el trabajador mejoraron con la contratación. Podríamos desear que el trabajador ganara más o menos. Pero no se puede sostener que es pobre porque la empresa lo contrató (https://www.elcato.org/el-dogma-montaigne, por Alfredo Bullard)”.