TRASMOZ

Sergio Pérezgrovas
Columnas
La Excomunión

No hay un pedazo de tierra sin una tumba española.

Poema español

Se dice que en la Iglesia católica la excomunión es la expulsión permanente o temporal de una persona o ciudad. El excomulgado sigue formando parte de la comunidad, lo que tiene que hacer es cumplir una sentencia; de ahí el nombre que proviene del latín ex communio.

Resulta que hay un pequeño poblado de unas 100 personas a una hora de camino de Zaragoza, situado en la comarca de Tarazona y el Moncayo, llamado Trasmoz, que fue excomulgado en el siglo XIII. Al parecer fue un problema de riego y leña.

El abad del monasterio de Veruela, que se encuentra enclavado en Trasmoz, excomulgó a toda la población. El clérigo, quien estaba hasta la madre de un conflicto por la leña del Monte de la Mata, los corrió de la Iglesia —según sus propias palabras— por toda la eternidad.

Pero la cosa no paró ahí: tres siglos después, nuevamente el monasterio de Veruela excomulgó al poblado, esta vez por un problema de agua.

La razón era que el agua pasaba por zonas que eran propiedad del monasterio y los hijos de la chingada de los clérigos desviaron el curso natural del agua, provocando una sequía para las familias del pueblo. El señor de Trasmoz, Pedro Manuel Ximénez de Urrea, se enfrentó al abad del monasterio. Fueron las cortes de Aragón las que mediaron en el conflicto, por supuesto en favor del señor de Trasmoz, pero el culero del abad se hizo de oídos sordos y maldijo por segunda vez al pueblo.

Desde entonces hay un sinnúmero de leyendas sobre brujas, aquelarres y nigromancia que se dice suceden en la aldea.

Ahora bien, el escritor Gustavo Adolfo Bécquer ayudó a crear estos mitos escribiendo sobre el ínclito monasterio de Veruela. Por supuesto que el autor sevillano, en pleno Romanticismo, dio rienda suelta a su imaginación. Y luego, enfermo desde 1857 de tuberculosis, para respirar aire puro fue a parar al monasterio, lugar ideal para un romántico y apasionado de lo oculto y lo fantástico.

Fue ahí donde escribió Cartas desde mi celda, donde cuenta las andanzas y peripecias de la tía Casca, misterioso y peligroso personaje que vivía en Trasmoz.

Javier Olivares realizó un homenaje en la serie fantasiosa El ministerio del tiempo con el capítulo Tiempo de hechizos, donde se narra con exactitud milimétrica lo acontecido en la aldea y al unísono se muestra la figura de Bécquer en esa localidad.

Es en ese singular lugar donde el 6 de julio de cada año se celebra la edición de la Feria de Brujería, Magia y Plantas Medicinales del Moncayo.

La Trinidad

En el Estado de México, a solo 38 kilómetros de la Ciudad de México, hay un pequeño barrio llamado Trinidad, en el municipio mexiquense de Zumpango, donde 50% de sus casas está abandonado.

Una banda de delincuentes fue a dar hasta allá cuando los iba persiguiendo Tristán. Tardaron más de tres horas en llegar y cuando estuvieron en el poblado se escondieron dentro de la Iglesia destruida.

Lo que los maleantes no sabían era que el pueblo estaba maldito, pues años antes mataron a machetazos al cura del poblado. Los lugareños afirman que el sacerdote muerto salía todas las noches; que al principio solo espantaba a quienes iban pasando, pero con el tiempo comenzaron a aparecer cadáveres degollados y las cabezas tiradas en el altar a manera de sacrificio. La policía nunca atrapó a nadie por los asesinatos.

Se suponía que la comunidad achacaba los muertos al cura, pero en realidad no se sabía la verdad.

Los cuatro individuos sintieron al entrar al recinto un escalofrío y una ráfaga de viento los azotó. La maldición decía que aquel que usurpara el lugar siendo impuro sería muerto a machetazos.

Cuando Tris llegó al lugar con sus dos pistolas desenfundadas no dio crédito a lo que vio: los cuatro cuerpos estaban tirados en la entrada, había un reguero de sangre. Caminó entre los muertos hasta llegar al altar. Ahí estaban las cuatro cabezas. Ya no tenía que matarlos. De repente oyó una voz muy oscura que venía de ultratumba:

Tris, hice el trabajo por ti. Tú, aunque vives en un mundo violento y tienes que matar, sé que eres un alma pura. Por eso hice el trabajo por ti.

Tristán no daba crédito a lo escuchado. Además, nadie le creería lo que pasó. Llamó a las autoridades de Zumpango, que al llegar no encontraron a Tris. Él ya no estaba. Los cuatro decapitados aparecieron en la red de la comandancia como asesinos a sueldo. Todos estaban acusados de muchos asesinatos. No cabe duda de que quien a hierro mata, a hierro muere.