LA ERA DE LOS DRONES: LA GUERRA HÍBRIDA Y DISTOPÍAS

“Representan las armas del presente, ya no del futuro”.

Ignacio Anaya
Columnas
DRONES

Hace tiempo la idea del uso militar de los drones generaba cierta ansiedad que miraba con preocupación un posible futuro distópico. En este la relevancia del dispositivo radicaba en que su uso para fines autoritarios, imperialistas y represivos establecería una nueva relación entre la tecnología y la cotidianidad.

No me atrevería a decir que los drones han causado histeria pública o han sido tema de fuertes debates en cuanto a su regulación, al menos no todavía, pero tampoco se puede negar que su uso ya se ha insertado en varios ámbitos. Ciertamente, hasta la fecha tal mañana sigue dentro de los imaginarios, esperando o no una infinidad de posibilidades. No obstante, sí ha habido un uso más recurrente de drones en los conflictos del momento.

El de Ucrania es el mejor ejemplo de este fenómeno. Ambas partes han empleado drones. Desde acabar con un soldado raso hasta destruir objetivos con valor estratégico, su empleo ya no se limita a las capacidades militares que un beligerante les pueda dar: es un nuevo tipo de combate que involucra el uso de distintos tipos de drones sin desechar todavía métodos más convencionales de hacer guerra en la actualidad, es decir, usar soldados rasos apoyados por vehículos.

Se puede hablar de batallas híbridas donde la violencia se encuentra dividida entre las acciones de los drones, por un lado, y las del personal del ejército, por el otro. Esta metamorfosis bélica presagia un panorama de sustitución gradual de la tradicional presencia humana en la experiencia de combatir con un arma. Ahora se controla y observa la violencia a distancia, pues el componente humano siempre seguirá ahí.

Los cientos de videos de la guerra en Ucrania muestran esta nueva realidad de la contienda. Se pueden ver videos en internet de soldados, sobre todo rusos, sin la más mínima idea de que arriba de ellos se encuentra un dron, no muy diferente a los que hay en un parque o un evento, a punto de terminar con sus vidas con una sola bomba en el mejor de los casos. Porque de lo contrario quedan agonizando hasta que el operador decida lanzar un segundo proyectil, como si se tratara de un tiro de gracia. Son omnipresentes en los entornos, ángeles de la muerte.

Uso expandido

Según la revista Foreign Policy en este momento hay poco más de 200 compañías y alrededor de 500 productores suministrando al ejército ucraniano miles de drones al mes. No es de sorprender que tal producción se vea reflejada en el campo de batalla, donde en cualquier tipo de combate o escaramuza hacen presencia estos dispositivos.

Los drones representan las armas del presente, ya no del futuro. Si antes eran una tecnología que solo operaban las potencias mundiales para acabar con objetivos específicos (por ejemplo, el caso del ataque contra el general iraní Qasem Soleimani en enero de 2020), ahora su uso se ha expandido dentro de todo el mercado de armas.

Prácticamente, donde hay conflicto es seguro que tendrán presencia los drones, así como los mecanismos de defensa contra ellos.

Mientras la industria de los drones militares florece, alimentada por la demanda de violencia, ¿están las sociedades preparadas para las implicaciones a largo plazo de esta revolución tecnológica en la guerra?