Más allá de hablar de escenarios fatalistas sin apoyo de datos y objetivas reflexiones, es un ejercicio de responsabilidad analizar cuál puede ser el escenario que se presente para 2025, que llega con augurios de grandes retos. Nuestro país no está exento de tal dinámica y escenario. En un arranque de gobierno de Donald Trump bien se puede configurar un clima complicado para una economía mundial, y subrayadamente mexicana, que actualmente busca estabilidad a través de gasto y finanzas ordenadas, pero por igual busca resultados fincados en oportunidades de inversión y desarrollo en nuestro territorio.
En un primer avistamiento vamos en ruta de encontrar el preámbulo para la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), ejercicio que se hará presente en 2026. Sin embargo, ya Trump nos ha advertido que en ese camino vamos a encontrar medidas cautelares que, fuera de los términos del tratado, vendrán a poner un cerco para el cumplimiento de otros fines y acciones.
La posible imposición de aranceles por parte de Estados Unidos derivaría en un conjunto de acciones espejo que inevitablemente trastocaría el funcionamiento de ambas economías. El incremento de los precios de cientos de productos sería una consecuencia previsible que, por igual, sin duda se significaría en un incremento de la inflación primariamente en nuestro vecino del norte.
Este primer encontronazo puede determinar los pasos siguientes para aterrizar finalmente en la negociación formal del TMEC; por lo pronto, parecería que Estados Unidos ha impulsado la versión de que podría preferir una negociación diferenciada con Canadá y con nuestro país. Tal situación refuerza las posturas que al interior del parlamento canadiense claman por una salida del tratado tal cual está establecido en tiempo presente.
Pero se dice que resultaría imposible controlar la voluntad de naciones ajenas; habrá que ser cautos y sumamente estratégicos para fincar bases sólidas en nuestro propio territorio, para que en su caso las velas y el casco del barco mexicano resistan el embate de los vientos huracanados del norte.
Presiones
En primer término, el crecimiento económico previsto estará sujeto a diversas variables. En algunos análisis se discrepa del panorama contenido en los Criterios Generales de Política Económica para 2025, pero donde sí se coincide es en que deberán existir las previsiones suficientes para enfrentar un año retador.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) estima que México crecerá entre 2 y 3% el siguiente año. Por su parte, el Banco de México (Banxico) considera que el crecimiento previsible estará en un plano de 1%. Para llegar a tal aseveración el banco central prevé que existirán factores que podrían frenar un crecimiento sostenido. Ahí tenemos que incluir a Petróleos Mexicanos (Pemex), que tendrá importantes vencimientos de deuda pública que rondan una cantidad de más de 23 mil millones de dólares, sumado a los vencimientos acumulados a proveedores. Si bien no existen requerimientos financieros adicionales para el próximo año, a efecto de que se reduzca el déficit presupuestario a 3.2%, también es cierto que contingencias como la que es posible que acontezca en Pemex pueden representar un freno importante para el crecimiento.
Otro punto importante vinculado a la anterior aseveración tiene que ver con el tipo de cambio, ya que gran parte de dichos pasivos están pactados en la moneda norteamericana. Es de observar que en los mencionados criterios la SHCP tiene previsto que el tipo cambiario esté alrededor de 18.5 por ciento.
La gran interrogante es si se llegarán a configurar los escenarios que advertimos respecto de Estados Unidos. Si ello ocurre, muy probablemente existirá una presión sobre el valor de nuestras monedas. A ello se suma la volatilidad que deriva de los conflictos de la geopolítica, la guerra comercial que los norteamericanos sostienen con China y en general el sensacionalismo que deriva de las estridentes declaraciones y posibles acciones de Trump.
Pero las condiciones de disciplina y orden en las finanzas públicas son una buena noticia que permite el optimismo. El apego a las sugerencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) en torno de gasto público y estructuras están previstos para el próximo año; tendremos que ser acuciosos y previsores para un año que puede deparar sorpresas. Es la economía, señores, no hay otra salida.