LA CUENTA REGRESIVA ESTÁ EN MARCHA

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El 2 de junio de 2024, en menos de un año, los mexicanos elegirán en las urnas al nuevo presidente de México. Estamos a menos de tres meses de que el proceso electoral federal se eche a andar de manera oficial. El afamado reloj sexenal sigue su marcha de manera inexorable.

Y a estas alturas del año la atención de la clase política comienza a centrarse en los eventuales participantes en el proceso. El único elemento que parece estar en duda es el comportamiento de lo que será el último año de la administración federal en turno. Una etapa en la que el titular del Poder Ejecutivo empieza a preparar su salida y en consecuencia su capacidad de maniobra y el peso de su poder comienzan a declinar.

La coalición opositora pospuso para finales de mes el inicio de las definiciones en torno del proceso de la selección de su candidata o candidato. Por su parte Morena, como lo definió con claridad Mario Delgado, en lo inmediato dará paso al establecimiento de las normas que regirán el proceso, mediante un diálogo en el que tomarán parte todos los potenciales aspirantes.

En tanto, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que no influirá en el proceso de selección, aunque hizo hincapié en el hecho de que se requiere conservar la titularidad del Ejecutivo federal para mantener el rumbo de la transformación.

Lecturas

En el fondo el resultado del proceso electoral del 4 de junio es más que claro en al menos tres aspectos. Primero, los principales adversarios a vencer son la apatía y el abstencionismo, porque si se aspira a tener el 2 de junio de 2024 un resultado contundente, por parte de cualquier bando, es fundamental lograr que más de 80% del padrón electoral salga a expresar su voluntad en las urnas.

La unidad será otro elemento fundamental que va de la mano de la conformación de alianzas sólidas a fin de evitar fracturas que deriven en una baja presencia electoral. De ahí que desde ahora se aprecie en el panorama que la disputa real tendrá dos frentes principales: por un lado, la coalición conformada por PRI, PAN y PRD, en tanto que por el otro Morena avanzará de la mano del PVEM y el PT. Mientras, MC apostará a ir en solitario y fortalecer su presencia en el Congreso de la Unión y tratar de conservar la gubernatura de Jalisco. Las candidaturas independientes pueden darse por descartadas en el proceso electoral 2024.

Y en tercer término, la selección de quienes participen en la elección presidencial será solo uno de los pasos de la que será la madre de todas las elecciones, porque la selección de candidatos será mucho más amplia: estarán en juego además la conformación de la Cámara de Diputados, el Senado de la República y 30 Congresos locales. También la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y las gubernaturas de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán.

La arena electoral se transformará en un circo de más de tres pistas, aunque la atención se centrará en la confrontación por la Presidencia de la República y el Congreso de la Unión.

La pretensión de que el electorado emita un sufragio parejo, a favor de un solo partido, se ubica en el plano de la utopía. Sobre todo a partir de que los resultados de quienes en la actualidad se desempeñan como representantes populares tendrán un peso específico en la decisión de los votantes.

Un referente obligado, que estará presente a lo largo de la campaña, serán los resultados de la contienda electoral 2021 en las alcaldías de la Ciudad de México, así como el número de votos que la colectividad otorgó a la oposición en el Estado de México el día 4. Números con los que desde ahora la pretensión del carro completo o de contar con una mayoría absoluta por parte de Morena pueden darse por descontados, lo que dará paso al establecimiento de un nuevo esquema en el que operará el añejo modelo del contrapeso y la negociación.

Los números y tendencias electorales en el plano cuantitativo son irrefutables. Y si no, al tiempo.