EL FOTÓGRAFO

Columnas
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KEVIN CARTER

La fotografía es, antes que nada,

una manera de mirar. No es la mirada misma.

Susan Sontag

Kevin Carter fue un fotógrafo nacido en Johannesburgo, Sudáfrica, en 1960. Fue hijo de padres católicos dentro de una familia blanca. Presenció cómo la policía cometía arrestos y atrocidades contra personas negras. Al terminar su preparatoria se enlistó en las fuerzas aéreas, pero desistió debido a abusos. Se dedicó entonces al fotoperiodismo y fue testigo del bombardeo de Church Street en la capital de Pretoria en 1983, llevado a cabo por el ala militar conocida como La lanza de la nación.

Fue en ese momento cuando decidió convertirse en fotógrafo. Comenzó su trabajo como fotógrafo deportivo en el Sunday Express y luego cubrió la violencia durante el Apartheid. Logró capturar las escenas más oscuras de un racismo brutal que había prevalecido desde 1948 hasta la llegada de Nelson Mandela al poder en 1994.

Carter viajó a Sudán, donde había una crisis de hambre en el sur. Voló a la región de Ayod en un avión de las Naciones Unidas destinado a ayudar a los hambrientos. Fue entonces cuando tomó su icónica fotografía de la Niña desnutrida que caía al suelo y a la distancia un buitre al acecho.

Con el tiempo se supo que no era una niña, sino un niño que estaba defecando y que nunca fue atacado por el animal. El niño de la fotografía murió 14 años después de fiebre.

El viernes 26 de marzo el periódico The New York Times publicó la fotografía junto con ocho páginas que trataban sobre la guerra civil en Sudán y su crisis de refugiados. Esto causó gran revuelo por las connotaciones éticas hacia el fotógrafo. Sin embargo, al año siguiente Carter recibió el Premio Pulitzer por su imagen de la niña y el buitre.

A pesar de los momentos de éxito y reconocimiento mundial, también enfrentó fuertes críticas. Carter cayó en el exceso de drogas y alcohol, chocó su coche, fue encarcelado y perdió a un amigo suyo, Ken Oosterbroek. Carter sintió que debió ser él, no su amigo, quien debió morir.

Aunque tomó varias fotos del entonces presidente galo François Mitterrand en Sudáfrica la Agencia Sigma las rechazó por su mala calidad.

Al tiempo escribió una nota suicida que decía: “Deprimido, sin teléfono, ni dinero para pagar la renta, ni para sostener a mi hija, ni para pagar las deudas”. Conectó una manguera al escape de su camioneta el 27 de junio de 1994. Muchas personas supusieron que su acción se debía a la fotografía de la niña y el buitre, aunque en realidad era un tema mucho más profundo.

Susan Sontag afirmó que “hay algo depredador en la acción de hacer una foto. Fotografiar personas es violarlas”. La discusión sobre este tema continúa hasta la fecha. ¿Debió Carter haber ayudado a la criatura en lugar de tomar la foto? Buena pregunta.

Fotos

El sujeto tomaba fotografías de sus víctimas antes de matarlas. Luego les cortaba la garganta y volvía a fotografiarlas. Se le conocía como el fotógrafo de las gargantas. Era muy difícil encontrarlo, ya que cometía sus crímenes en lugares muy lejanos y sin ninguna lógica. Mataba tanto a viejos como a jóvenes estudiantes y amas de casa.

Siempre actuaba en diferentes zonas de la ciudad; lo único en común era que les cortaba el cuello con un cúter muy afilado.

Esta conclusión la alcanzó el forense al examinar varios de los cuerpos, que luego eran abandonados en terrenos baldíos. El último cuerpo se halló en Paseo de las Fuentes, en El Pedregal, cerca del Periférico.

No había ninguna pista y ya habían pasado varios meses. Los cadáveres se acumulaban en la morgue, por lo que llamaron a Tris para que intentara dar con el asesino.

Él encontró un cartucho de una película de 35 milímetros y fue a averiguar dónde las vendían, ya que no era de uso común y solo pocas personas tenían una cámara con película. En la lista que le dieron había tres personas. Dos eran mujeres y la última era de un hombre que no dejó su nombre, pero que era el más sospechoso. Así que esperó a que fuera a comprar más rollos y lo siguió hasta su casa. Allí encontró una máquina reveladora de fotografías con dektol y las palanganas para revelar, además de un cuarto oscuro. Luego descubrió muchas fotos de las víctimas. Logró identificar al asesino, pero este huyó y no pudo ser alcanzado. Pasado unos días lo atraparon en la sierra de Puebla. Debido a la falta de pruebas contundentes quedó en libertad. Tris esperó, lo mató y luego, con una cámara Canon, le tomó fotos.

Nadie supo cómo aparecieron las fotos en un periódico local.