Los acontecimientos se desarrollaron con rapidez, pero al final todo sucedió con una lógica inevitable. Del desastre de Joe Biden en el debate del 27 de junio, a las negativas para dejar la contienda presidencial, al intento de asesinato de Donald Trump del 13 de julio, a la prueba de Covid positiva del presidente y a su renuncia a la candidatura el 21 de julio, pasaron solo 24 días. En ese corto periodo cambió de rostro la carrera por el puesto político más importante del mundo.
Muchos líderes demócratas cuestionaban la candidatura de Biden por su avanzada edad y sus cada vez más notables síntomas de debilidad física y confusión mental. Su última decisión como candidato, sin embargo, le ha dado buenos resultados. Al anunciar su renuncia dio a conocer también su apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris. Muchos pensaron que ya no tenía la fuerza política para impulsar a su favorita, pero la jugada le ha salido bien. Algunos líderes demócratas anunciaron su respaldo a Harris, entre ellos el expresidente Bill Clinton y su esposa Hillary, excandidata presidencial y exsecretaria de Estado, aunque preocupó que el expresidente Barack Obama no la apoyara abiertamente. Crucial fue, sin embargo, el espaldarazo de Gavin Newsom, el gobernador de California, quien era su más serio rival.
Como Biden simplemente cambió el nombre de su comité de reelección a Harris for President, Kamala tomó control sobre los 96 millones de dólares que el todavía presidente había reunido para la campaña.
Trump y sus abogados han presentado una queja ante la Comisión Federal Electoral argumentando que la transferencia de recursos es ilegal, pero en caso de ser aprobada Kamala quedará bien pertrechada; no obstante, la propia aspirante consiguió 81 millones de dólares de aportaciones en 24 horas una vez que Biden la respaldó. En el sistema electoral estadunidense tener una cuenta bancaria muy grande es esencial para la campaña.
Oportunidad
Es muy pronto todavía para saber las consecuencias en las intenciones de voto tras el cambio de candidato del Partido Demócrata. Sin embargo, muchos electores independientes e incluso demócratas señalaban antes, en los sondeos de opinión, que no estaban de acuerdo en tener un candidato de 81 años que ya no parecía tener la claridad mental para ser presidente. Este obstáculo para su voto ha desaparecido.
Kamala no tiene una trayectoria brillante en el mundo de la política. Fue fiscal general de California y antes fiscal de distrito en San Francisco, dos cargos que se obtienen por voto popular, pero que no generan realmente atención de los electores. Ocupó un escaño en el Senado, pero solo de 2017 a 2021, cuando pasó a ser vicepresidenta con Biden.
La falta de experiencia de esta candidata de 59 años, sin embargo, puede ser una virtud. Los electores mostraban altos niveles de rechazo tanto a Biden como a Trump. Quizás ahora no conozcan bien a Harris, pero por lo menos no tiene tantas opiniones negativas como los otros dos.
Por lo pronto, el 19 de agosto dará inicio la Convención Nacional Demócrata, que hará que la atención de los medios se concentre en ella toda una semana. Esto le ayudará a ser más conocida. El próximo 10 de septiembre será el segundo debate presidencial; después del fracaso de Biden en el primero, Kamala tendrá la oportunidad de cobrar venganza.
Mucho puede pasar todavía de aquí a la votación del 5 de noviembre; pero si hasta el 21 de julio parecía que Trump tenía ya asegurado el triunfo, ahora la contienda se ha vuelto más pareja.