PROPONE INTERACCIÓN CREATIVA ENTRE HUMANOS Y ROBOTS SOCIALES

“Una ética enfocada en el beneficio del ser humano”.

J. Alberto Castro
Columnas
ROBOTS

“La robótica no aspira a sustituir a los seres humanos mediante la mecanización y la automatización de tareas sino a encontrar formas de colaboración más eficaces entre robots y personas”, señala el ingeniero biónico Eduardo Benítez Sandoval, quien desde el Laboratorio de Robots Creativos de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW, por sus siglas en inglés), de Australia, realiza una investigación sobre robots sociales.

Doctor en Tecnología de Interfaz Humana por la Universidad de Canterbury, Nueva Zelanda, Benítez dice a Vértigo que “a los robots se les dan labores como procesar números y moverse con precisión. Igualmente pueden levantar objetos mucho más pesados. Por el contrario, los seres humanos somos mejores que los robots en razonar, imaginar, definir conceptos abstractos, hacer generalizaciones o especializarnos gracias a nuestra capacidad para aprovechar experiencias anteriores. Si colaboran, los robots y los seres humanos podrán aumentar sus capacidades y complementarse mutuamente”.

Luego de trabajar e investigar durante siete años en los dominios de la interacción humano-robot, Benítez explora mediante múltiples proyectos cómo será la evolución y el impacto social de estas formas de aprendizaje automático e Inteligencia Artificial (IA) que ya están presentes en nuestras vidas a través de asistentes digitales como Siri o Alexa y, por supuesto, de algunos robots sociales como la aspiradora automática, Sophia, Pepper, Nao, Jibo, Zenbo, Buddy, Kuki, Temi, Vector o Lynx.

Apasionado por la investigación en robótica social, la educación y la comunicación científica, actualmente diseña su propio robot social y además efectúa análisis de productos interactivos como robots u objetos. También es docente e investigador Scientia de la UNSW y está convencido de que la interacción con los robots marcará la diferencia en las actividades humanas.

Ve a la IA como una herramienta que se puede usar para mejorar nuestro mundo y optimizar algunos procesos; pone el ejemplo de los primeros robots que solo eran máquinas simples, capaces de hacer trabajos mecánicos, pero con el desarrollo de la IA y a través de los algoritmos adquirieron nuevas posibilidades para realizar tareas más complejas, ya sea en un entorno real o virtual.

Considera que siendo la IA una tecnología disruptiva, debe ser regulada. Igualmente considera al ChatGTP como un vehículo de investigación y conversación que suele ser muy eficiente para encontrar respuestas sobre una diversidad de temas o para escribir textos de manera coherente, aunque a su parecer tiene limitaciones. “Sí pueden sorprender los resultados por espectaculares, puede generar texto de todo tipo, desde poesía hasta código, pero más adelante vamos a distinguir los productos generados y notaremos las distintas calidades. Sabremos si la autoría es de una máquina o de un humano”, pone en claro.

Robótica social

Explica que los desarrolladores y diseñadores de robots sociales prevén que estos interactúen con los seres humanos de manera natural y eficiente, con el propósito de utilizarlos en una variedad de aplicaciones, como la atención al cliente, la educación y el entretenimiento. Estos robots deben tener capacidad de reconocimiento facial; algunos son diseñados con expresiones faciales y movimientos naturales; y la tecnología actual hace posible que interactúen con las personas a través de la voz y el lenguaje natural.

“La robótica social se basa en técnicas de IA y procesamiento del lenguaje natural, y se utiliza para mejorar la comunicación entre las personas y las máquinas. Los robots sociales también pueden programarse para adaptarse a las necesidades individuales de cada persona y mejorar la experiencia del usuario”, comparte.

Agrega que se busca que estos robots convivan de una manera natural en interacciones sociales, verbales o físicas, así como con propósitos variados; es decir, que puedan ser terapéuticos, de compañía, educativos, de entretenimiento o de servicio para desempeñarse como guías en museos y centros turísticos, aplicaciones que pueden llegar a ser triviales para que un ser humano las realice, pero muy complejas para que las efectúe una computadora que no interactúa con el mundo físico.

Pone en claro que los robots sociales aún tienen limitaciones para interactuar con el ambiente físico. Si son humanoides tienen sistemas muy complejos y difíciles de controlar. “La robótica social sigue siendo una ciencia básica. Hay mucha exploración, se investigan más opciones de servicio y algunos investigadores estudiamos los caminos para generar la reciprocidad en la interacción humano-robot. Sin duda, todavía estamos lejos de una vida rodeada y acompañada por máquinas que actúan a favor del beneficio de los humanos. Pero inevitablemente hacia allá vamos”, profundiza.

“La gran mayoría de los países adoptarán y desarrollarán la robótica social y solo en algunos tendremos fenómenos como los que se ven en Japón (el mayor ejemplo de robótica social), donde los robots forman parte de la vida cotidiana de las personas. Por cierto, un país donde el aislamiento social es tan grande que los robots se han tornado para cierta gente en la única vía de escape para tener interacciones sociales”.

Para Benítez una realidad ineludible es que la IA y la robótica representan grandes negocios administrados por poderosos consorcios tecnológicos que persiguen distintos intereses, uno de ellos, el dinero. Aunque aclara que no todas las empresas tienen esta prioridad y son ejemplo de que puede impulsarse el desarrollo de la tecnología con una ética enfocada en el beneficio del ser humano, como lo son algunas start-ups de robótica.

Por ello su interés y sugerencia es que una de las principales tareas que deben cubrir los robots sociales es asistir a niños, ancianos y personas con discapacidad. Precisamente este objetivo de optimizar las actividades humanas lo ha llevado a emprender una investigación centrada en la interacción infante-robot, que consiste en la convivencia de niños de dos años con la aspiradora automática y otros robots domésticos. También colabora con una especialista en desarrollo temprano, quien realiza un estudio sobre los llamados nativos robóticos, que son los niños que llegan al mundo rodeados de robots.

De igual modo, acompaña al doctor Simon Rosenman, especialista en salud mental y actividad física, en un estudio sobre la interacción entre adultos mayores con perros robots, que busca motivarlos para salir a caminar y puedan obtener grandes beneficios, tanto a nivel emocional como físico. La caminata y el aire fresco ayudan a mejorar el estado de ánimo de la persona, oxigenan y reducen la tensión arterial.

Luego de cursar estudios de maestría, doctorado y posdoctorado en México, Alemania, Nueva Zelanda y Australia, confía en que intensificará distintos experimentos con robots sociales, ya que tiene el propósito de implementar interfaces que mejoren la comunicación verbal entre humano y robot.

Piensa que no es preocupante el trabajo “humano” que pueden realizar los robots; por el contrario, el reto es considerar qué se puede mejorar y qué se puede hacer diferente con estas máquinas. “Como seres imaginativos debemos hallar la forma de usar estas herramientas de manera creativa. Preguntarse qué cosas creativas pueden hacer los humanos con los robots. En qué esferas de la vida deben impactar los robots para contribuir a dejar más tiempo libre a los humanos”, concluye.

La robótica del futuro

Hacer robots más humanos, capaces de comprendernos y dialogar, es el reto más evidente de la tecnología. Aún estamos lejos del escenario que se dibujaba en la película Her, dominado por las conversaciones entre Theodore y su asistente de voz, Samantha. Pero poner en contacto directo a las personas con la dimensión real de los robots actuales es clave para generar más confianza por parte de los usuarios. Sin duda la robótica influirá en la raza humana en los próximos 20 a 40 años. ¡Y menudo impacto cabe esperar! Desde robots que puedan supervisar y reparar el entorno natural, hasta nanorrobots para controlar y eliminar el cáncer; desde robots que van a liderar la colonización de planetas, hasta robots de compañía que nos van a salvar de la soledad en la edad avanzada. Ni en nuestra sociedad ni en nuestras vidas habrá nada ajeno a la influencia de la robótica del futuro.