INFORMACIÓN (SEXUAL) ES PODER

Mónica Soto Icaza
Columnas
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INFORMACIÓN SEXUAL ES PODER

La perversión está en los ojos de quien la mira. Eso he observado en mis 15 años de experiencia escribiendo literatura erótica. Que eligiera dedicarme al erotismo en la literatura obedeció a los azares del destino; yo quería escribir una novela para exorcizar algunos dolores personales.

Para lograrlo debía tener sexo y redención; y resultó que presentándola en foros tan diversos como escuelas secundarias y los dedicados a las mujeres me di cuenta de lo necesario e importante que es hablar de sexo. Sobre todo, a la gente joven.

¿Por qué? Responder a esa pregunta fue lo que me motivó a escribir este texto, porque al parecer uno de los temas más tabú en nuestra sociedad es uno de los más críticos: no se les habla de sexo a los niños ni a los adolescentes para no “despertarles instintos eróticos” y lo único que sucede es que se les deja indefensos ante depredadores y acosadores, a expensas de embarazos no deseados y condenados a vidas con sexo, pero sin el placer del erotismo.

Según cifras de la OCDE México ocupa el primer lugar de embarazos adolescentes entre sus miembros. Además, diversos estudios señalan a nuestro país como el primer productor de pornografía infantil en el mundo. Ambas situaciones constituyen focos rojos para darse cuenta de la gran laguna de información que existe entre la población más vulnerable respecto de sus derechos a una salud sexual digna y una vida sexual sana: no proporcionar información resulta en vulnerabilidad.

Claro que el tema se trata de acuerdo con la edad del niño. Si está en la primera infancia no le vas a hablar de penetración o sexo oral, sino de que su cuerpo tiene partes privadas que nadie le debe tocar y él tampoco debe tocarle a nadie. Y tiene otras partes más “sociables” que le pueden tocar. Las partes privadas son los genitales, las nalgas, el pecho, la cintura, los muslos, el cuello, las orejas, las axilas, el vientre. Las partes “sociables” son las manos y el antebrazo. Hay partes, como la cabeza, las rodillas, los hombros y los pies, que no son privadas en sí, pero tampoco deben tocarse sin autorización.

Formación integral

Así, si llega cualquier adulto, ya sea el papá, el abuelo, el tío, el amigo de la familia, el trabajador, y le dice que quiere jugar a algo y el juego implica que el niño le chupe el pene o que el adulto toque la vulva de la niña, con la información proporcionada esa niña o ese niño pueden saber que la petición es inadecuada, podrán decir que no y pedir ayuda, y no ir a descubrir años después que ese “juego” era realmente abuso sexual.

En la adolescencia el asunto cambia. A los adolescentes sí que hay que hablarles de sexo y darles alternativas. Si no se les habla de sexo en casa o en la escuela, de todas formas el mundo, internet, las redes sociales, otros adolescentes, la pornografía van a hacerlo; y es mejor que conozcan el punto de vista de la familia, de sus maestros, desde una visión informada y abierta, que cualquier criterio que no asegura ni veracidad, ni una influencia constructiva.

Hay que enseñarles a los jóvenes que el sexo no es malo ni sucio, sino parte de la vida, y una hermosa, emocionante y llena de matices diversidad de preferencias. También hay que enseñarles que debe ser consensuado, placentero y sano.

La educación sexual está tradicionalmente centrada en la reproducción, en la forma de los genitales, sin considerar otras dimensiones, como la del placer, y eso provoca que cueste más trabajo buscarlo, reconocerlo y vivirlo. En la interacción sexual hay mucho más que penetración: también existen las caricias, los fajes, la masturbación, las fantasías, los juegos previos, la seducción. Y enseñar esas opciones es parte de una formación integral.

Hay que proteger a los adolescentes de los riesgos del sexo y darles la confianza de vivirlo con seguridad y plenitud, si es que deciden hacerlo. La prohibición jamás hará que alguien abandone sus deseos y, por el contrario, la información da poder.