LA IMPOSICIÓN DE ARANCELES, EL RECURSO SUPREMO DE TRUMP

Columnas
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Imposición de aranceles

El presidente Donald Trump pugna por la recomposición del orden económico global con el anhelo de lograr que Estados Unidos recobre el papel de jugador principal. En el fondo, argumenta que muchos países abusaron de EUen el plano comercial y enfoca sus esfuerzos en recomponer el panorama mediante la aplicación de medidas impositivas, de manera unilateral, con el propósito desde su punto de vista de equilibrar la balanza y reposicionar a su país.

En general es claro que el recurso preferido de Trump es la imposición de aranceles y la presión económica, de los que no escapan sus principales aliados y socios comerciales.

A querer o no, en los próximos años esa será la constante amenaza que enfrentará México a pesar de contar con un tratado de comercio con EU y Canadá, que de manera obligada deberá actualizarse en el corto plazo.

Al respecto, lo evidente es que Trump tratará de sacar el mayor provecho posible para contar con ventajas comerciales adicionales.

Sin embargo, en el corto plazo —no solo para México sino para el concierto económico global— la guerra arancelaria que sostienen China y EU tendrá repercusiones de diversa magnitud, que podrían llevar al colapso de algunos sectores e incluso países.

El siguiente paso es que Trump intente establecer un veto o bloqueo económico global contra China y en el intento tome a las naciones que no se sumen como sus adversarias.

Sus acciones no obedecen a más presión o negociación que las que ejercen los mercados bursátiles y los grandes empresarios.

Las excepciones

Es claro que las circunstancias, los mercados bursátiles y los grandes capitales llevarán a Trump a realizar precisiones y ajustes a fin de evitar que la economía y la sociedad estadunidenses sean afectadas de manera directa.

En este sentido, destaca el hecho de que la administración estadunidense eximió a los celulares y las computadoras de los aranceles recíprocos, incluyendo los gravámenes de 125% impuestos a las importaciones chinas.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EU publicó un boletín el viernes 11 de abril en el que refiere que esos productos quedarían excluidos del arancel global de 10% establecido por el presidente norteamericano para la mayoría de los países, y del impuesto de importación chino.

Ello ante la evidente preocupación de las empresas tecnológicas estadunidenses por el eventual aumento de los precios de los dispositivos, que en su mayoría proceden de China.

En general, las exenciones, con efecto retroactivo al 5 de abril, incluyen otros aparatos y componentes electrónicos, como semiconductores y tarjetas de memoria.

Lo evidente es que China al momento cuenta con una solidez económica que en el peor de los casos la llevaría a diversificar sus mercados, pero está dispuesta a responder y mantener una posición firme, que no pueden adoptar países con finanzas más débiles. Los empresarios y el mercado chinos se han fortalecido en el pasado reciente, hasta considerarse como los líderes de Asia.

Por otro lado, resulta evidente que la prudencia y la paciencia ante las acciones de Trump equivalen a aceptar que no hay más alternativa que esperar a que, como es habitual, ajuste las medidas que toma.

Ante este panorama, se espera que en los años por venir las presiones serán la constante y, lejos de tomar una actitud reactiva, países como México, El Salvador y Colombia permanecerán en una posición pasiva.

En gran medida porque se carece de la solidez financiera necesaria y el desarrollo científico y tecnológico que posee China y que le permite soportar las presiones del presidente Donald Trump.

En la memoria histórica nuestro país pasa por un escenario similar —guardadas las debidas comparaciones— al que siguió al denominado Milagro Mexicano, una época de esplendor; un modelo económico conocido como desarrollo estabilizador, aplicado en México entre 1954 y 1970, que buscaba concretar una estabilidad económica que permitiera un desarrollo sostenible y continuado.

En esa etapa se buscó fortalecer el mercado interno mediante el fortalecimiento del consumo local, al favorecer la adquisición de productos elaborados en México. Un panorama similar al que se aprecia en la actualidad y hacia el que todo indica se quiere retornar, aunque con otros matices.