IMPERIOS, FRONTERAS Y CANTOS DE SIRENAS

“Su verdadera política comercial se basa en el reshoring”.

Lucy Bravo
Columnas
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Donald Trump

El retorno de Donald Trump a la escena política mundial no solo marca el resurgimiento de un líder polarizador, sino también un giro hacia ideas y prácticas que parecían haber quedado en el pasado.

Para México su reaparición en el panorama político estadunidense implica el regreso de políticas migratorias agresivas, tensiones comerciales y una narrativa que reduce a nuestro país a un peón en su agenda nacionalista.

Sin embargo, el impacto de Trump trasciende nuestras fronteras y resuena en un orden mundial ya de por sí volátil.

Desde su primera administración Trump ha demostrado una visión profundamente anclada en un pasado que ensalza el proteccionismo y la expansión territorial. Sin embargo, su obsesión con los déficits comerciales y los aranceles no se traducirá en aislacionismo.

Sus comentarios sobre la posible anexión de territorios como Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá no solo reviven fantasías imperialistas, sino que revelan el repudio de Trump hacia un sistema internacional con base en la cooperación y el respeto a la soberanía. El multilateralismo no existe en la era Trump.

Pero para México el ocupante de la Casa Blanca representa una amenaza directa. La visión de Trump sobre nuestras relaciones bilaterales ha oscilado entre el utilitarismo y el desprecio. Durante su primer mandato utilizó el comercio y la migración como armas políticas, imponiendo aranceles y presionando con medidas que pusieron en jaque a nuestra economía y sociedad. Su regreso podría significar un reforzamiento de estas tácticas, especialmente si retoma sus ataques hacia el TMEC o intensifica su retórica xenófoba.

Apuesta

A nivel global Trump no solo legitima las agresiones de potencias expansionistas como Rusia y China, sino que abre la puerta a un mundo donde la fuerza y la intimidación priman sobre el diálogo. Sus comentarios sobre la anexión territorial, aunque puedan parecer meras ocurrencias, tienen implicaciones serias. Envía el mensaje de que las fronteras son negociables y de que el poder justifica la expansión, socavando el frágil equilibrio que sostiene a la paz internacional.

El mundo, incluido México, enfrenta un cambio de era. La hegemonía estadunidense está siendo desafiada por el ascenso de China y la consolidación de otros actores regionales. En lugar de adaptarse a este nuevo contexto y buscar liderazgo en tecnologías emergentes, energías verdes y alianzas globales, Trump apuesta por revivir un modelo de dominación que ya no tiene cabida en el siglo XXI. Para México esto subraya la necesidad de diversificar sus relaciones comerciales y políticas, es decir, reducir su dependencia de Estados Unidos.

Pero más allá de nuestra región, el regreso de Trump plantea una pregunta más amplia: ¿cómo reaccionará el mundo ante el resurgimiento de un líder que simboliza el retroceso hacia un pasado imperialista y unilateral?

Aunque Trump suele enarbolar el discurso del proteccionismo y los aranceles como si fueran pilares de su estrategia económica, su verdadera política comercial se basa en el reshoring: el retorno de cadenas de producción a territorio estadunidense. Durante su primer mandato se priorizó el estímulo a las empresas para que reubiquen sus operaciones en Estados Unidos, utilizando subsidios, incentivos fiscales y regulaciones favorables. Esto contrasta con el optimismo en México sobre el nearshoring, un fenómeno que en teoría debería beneficiar a nuestro país al reconfigurarse las cadenas globales de suministro. Sin embargo, la lógica de Trump no busca redistribuir oportunidades en América del Norte, sino concentrarlas dentro de sus fronteras, lo que pone en entredicho el alcance real del nearshoring para México.

La falta de una estrategia integral que acompañe esta oportunidad nos aleja aún más de convertir el potencial en resultados. Mientras tanto, el discurso de Trump se alinea con la narrativa de un Estados Unidos autosuficiente, dejando a México atrapado en un limbo entre sus expectativas y una realidad que se perfila mucho menos favorable. Todo indica que el nearshoring no será más que otro canto de sirenas, incapaz de compensar los efectos del “America First” de Trump.

El desafío es encontrar formas de contrarrestar la influencia de un líder cuyo legado puede ser el de abrir la caja de Pandora de los conflictos territoriales y geopolíticos. Y esa caja, una vez abierta, será difícil de cerrar.