Si no hay cambios no hay mariposas.
Filosofía popular
La Inteligencia Artificial (IA) está revolucionando diversos aspectos de nuestra vida cotidiana y uno de los campos más impactados es el de la escritura. Desde asistentes de redacción hasta herramientas de generación automática de contenido, la IA cambia la forma en que producimos y consumimos texto. Sin embargo, la pregunta que muchos nos hacemos es: ¿la IA sustituirá la escritura humana?
Para entender el impacto de la IA en la escritura es útil observar la evolución de este arte a lo largo de la historia.
La escritura ha sido una herramienta fundamental para la comunicación humana desde sus inicios. Con el tiempo hemos visto cómo la invención de la imprenta, la máquina de escribir y, más recientemente, las computadoras han transformado la forma en que escribimos.
Cada uno de estos avances tecnológicos fue inicialmente recibido con escepticismo, pero eventualmente se integraron en nuestra vida diaria.
En este contexto, la IA representa un nuevo salto tecnológico. Herramientas como Grammarly, Hemingway y, más recientemente, Chat GPT, están diseñadas para ayudar a los escritores a mejorar su estilo, corrección gramatical y coherencia. Estas herramientas son especialmente útiles para quienes buscan perfeccionar su escritura, pero plantean interrogantes sobre si llegarán a reemplazar completamente la creatividad y la expresión humana.
La IA ha avanzado significativamente en procesamiento de lenguaje natural (NLP), lo que le permite analizar y generar texto de manera coherente. Modelos como GPT-3 y sus sucesores pueden crear artículos, cuentos e incluso poesía, imitando el estilo y la narrativa de autores humanos. Sin embargo, a pesar de estos avances la IA carece de la experiencia humana que da profundidad a la escritura. O sea que la IA es medio pendeja, por así decirlo.
La escritura no es solo una cuestión de estructura y gramática: es una forma de expresión personal que se nutre de emociones, experiencias y perspectivas únicas. La IA puede generar texto que parece humano, pero carece de la capacidad de sentir o comprender el contexto emocional detrás de las palabras. Esto plantea un desafío fundamental: ¿puede una máquina realmente capturar la esencia de la experiencia humana en la escritura? Habría que recordar aquella película de Stanley Kubrick, 2001: Odisea del espacio, donde la computadora Hal 9000 pregunta antes de que la apaguen: “¿Podré soñar?”
Eficiencia
Uno de los aspectos más debatidos sobre la escritura es la creatividad. La IA puede aprender patrones y estilos a partir de grandes cantidades de datos, pero su “creatividad” es fundamentalmente diferente de la humana. Los escritores humanos a menudo nos inspiramos en lo que nos pasa, en la cultura que nos rodea y en los problemas sociales, creando obras que resuenan profundamente con sus lectores. Así, aunque la IA puede ser una herramienta poderosa para la generación de contenido, su capacidad para reemplazar la escritura humana se ve obstaculizada por su falta de originalidad. La verdadera escritura humana implica la creación de nuevos significados y la capacidad de tocar el corazón del lector, algo que la IA, por ahora, no puede lograr plenamente. No tiene inteligencia emocional.
En vez de ver a la IA como un sustituto de la escritura humana es más constructivo considerarla como una asistente. Las herramientas de IA pueden ayudar a los escritores a superar bloqueos creativos, ofrecer sugerencias para mejorar la claridad y la fluidez o incluso generar ideas para nuevos proyectos. Esta colaboración entre humanos y máquinas puede enriquecer el proceso de escritura y permitir que nosotros los autores nos concentremos en la parte más creativa y significativa del trabajo.
Además, la IA puede democratizar el acceso a la escritura al proporcionar herramientas que faciliten la redacción a personas que de otro modo podrían sentirse intimidadas por el proceso. Esto podría dar lugar a una mayor diversidad de voces en la literatura y en otros formatos escritos, lo que sería un avance positivo para la comunidad literaria.
Un aspecto crucial de la discusión sobre la IA en la escritura es la ética. A medida que la IA se convierte en una herramienta más común, surge la pregunta de la autenticidad: ¿Es ético publicar un texto generado por IA sin atribuirlo a su creador humano? ¿Cómo se asegura que las obras de IA no plagien el trabajo de los escritores humanos? Estos son dilemas que deben abordarse a medida que la tecnología avanza.
La IA está cambiando el paisaje de la escritura, pero es poco. Lo peor de todo: este texto, ¿quién lo escribió, fue una máquina o fui yo?