Los cambios tecnológicos han sido una constante en la historia de la humanidad, marcando hitos que han transformado nuestra forma de vida. No obstante, cada nueva invención o innovación ha enfrentado resistencia y críticas.
Esta oposición, más que al invento en sí, suele dirigirse al contenido y las implicaciones que conlleva. Ello se debe a que muchos de estos avances representan una amenaza para modos de vida establecidos y zonas de confort que ven en el cambio un peligro. Actualmente, tal fenómeno se observa con los sistemas de lenguaje, mejor conocidos como Inteligencias Artificiales (IA).
Las protestas contra los avances tecnológicos nacen de muchas preocupaciones, varias de ellas reales. A lo largo de la historia ha habido casos de resistencia a cambios que finalmente se imponen, aunque la adaptación haya tenido que llevarse a cabo a la fuerza. ¿Es la IA este nuevo avance?
Esto no niega la necesidad de reflexionar sobre los efectos negativos que estos avances pueden tener en la sociedad. La crítica permite a la población interactuar de manera más consciente, evitando ser arrastrada por falsedades o información errónea. La era digital actual está lejos de ser confiable. Basta con que una voz diga algo y se repita para que se convierta en una verdad. Lo peculiar de este presente es que tal voz no necesariamente proviene de un ser humano; puede ser generada por la IA.
Muchos afirman que estos avances tecnológicos son inevitables, una declaración retrospectiva que no refleja la realidad del momento en que surgieron. Desde el presente es difícil predecir con certeza qué innovaciones perdurarán; solo podemos hacer pronósticos con base en tendencias actuales. Lo aceptado o comúnmente adoptado no siempre es positivo.
Proliferación
La accesibilidad masiva al conocimiento presenta un desafío significativo. Aunque existe un principio democrático en la amplia difusión de información, también es cierto que la falsedad y la desinformación se propagan con mayor facilidad. La gente consume, pero no digiere. La enorme cantidad de contenidos disponibles se convierte en un arma de doble filo y, en ocasiones, es utilizada con fines políticos o para manipular la opinión pública. La proliferación de fake news es un fenómeno preocupante que empobrece el entendimiento y alimenta la ignorancia.
A pesar de los avances tecnológicos la televisión sigue siendo el medio masivo por excelencia en términos de entretenimiento. Sin embargo, en la difusión de cultura y conocimiento ha sido superada por internet. Al mismo tiempo, dentro de la web hay una competencia entre diferentes canales de acceso a la información. Wikipedia, por ejemplo, solía ser el principal espacio digital para informarse de inmediato sobre diversos temas, pero ahora cada vez más gente prefiere consultarle a ChatGPT. No siempre proporcionará la mejor respuesta, sino aquella que pueda satisfacer al usuario. Es cierto que en muchos casos solo basta con eso.
¿Será inevitable la IA? Hay un uso desmedido de estas herramientas, y no siempre con los mejores fines. Aunque parezca sacado de un episodio de Black Mirror, hay incluso personas en las redes sociales que no son reales: son cuentas falsas (bots) que, gracias a la IA, son capaces de establecer conversaciones simulando una realidad. No es el futuro, es el presente.