HUELLAS DE 2024

Sergio Sarmiento
Columnas
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Huellas de 2024

Este año que está a punto de terminar dejará dos huellas relevantes en la historia de nuestro país. Por una parte, será recordado como el año en que por primera vez una mujer se convirtió en presidenta. Lo hizo, además, con una votación contundente de 60% frente a dos rivales, uno de los cuales era también mujer.

Sin embargo, el año quedará también en la historia como aquel en que todos los avances logrados en un cuarto de siglo tras la terminación del gobierno del partido hegemónico del PRI cayeron por tierra. Fue el año en que se eliminaron los contrapesos al presidencialismo: el Poder Judicial independiente y los organismos autónomos.

Si la presidencia de una mujer representó un avance crucial que dejó atrás siglos de menosprecio a los derechos de la mujer, el fin del gobierno de contrapesos significa un retroceso enorme en la vida democrática, que el país tardará décadas en superar.

Claudia Sheinbaum, la primera mujer en presidir el gobierno, es una persona preparada, originalmente científica, que tuvo buenos desempeños en los cargos públicos que ocupó en el camino: secretaria del ambiente del Distrito Federal, delegada en Tlalpan, jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Como candidata, condujo una campaña ordenada y disciplinada: no cometió errores. Supo aprovechar los beneficios del impulso que le dio su predecesor y mentor, pero fue también una buena candidata.

Al asumir el poder hizo declaraciones alentadoras: dijo que gobernaría para todos y que entendía que la mayoría no tenía derecho a borrar los derechos de las minorías. Eran palabras de una verdadera demócrata.

Su antecesor, sin embargo, ya había lanzado desde el 5 de febrero una veintena de iniciativas que buscaban acabar con los derechos de las minorías y los contrapesos de una democracia. Cuando lo hizo, pocos pensaron que alcanzaría la mayoría calificada en el Congreso que se requería para hacer esos cambios. La obtuvo al final, aunque violando la Constitución, que buscaba precisamente evitar que un solo grupo político conquistara todo el poder. Con solo 54% de los votos para los partidos de la coalición oficialista, esta se quedó con más de dos terceras partes de los escaños en ambas cámaras del Congreso.

Aplanadora

La demolición del Estado democrático empezó antes de que la doctora Sheinbaum tomara el poder. A partir del 1 de septiembre la aplanadora morenista en el Congreso empezó a aprobar todas las iniciativas que concentraban el poder en el Ejecutivo. De nada sirvieron los cuestionamientos nacionales e internacionales. El presidente saliente hizo gala de una ambición de poder que pocos esperaban, considerando que toda su vida había declarado ser demócrata y humanista. Sheinbaum, una vez que asumió la presidencia, continuó respaldando estas iniciativas hasta lograr la aprobación y promulgación de la mayoría.

Termina 2024, pero las estructuras políticas del país son radicalmente diferentes a las que teníamos un año antes. No puede decirse que ya no tenemos una democracia, pero ha desaparecido la República con contrapesos que con tanto trabajo se construyó desde las reformas de la década de 1990 y que llevó a la alternancia de partidos en el poder. Sin esa democracia de contrapesos, López Obrador nunca habría llegado al poder.

Quizá por eso quiso destruirla, porque no quiere que ningún grupo distinto al suyo pueda ya nunca alcanzar el poder.