LA CERVEZA EN MÉXICO: UNA HISTORIA

“Rivalidades, estrategias comerciales y decisiones políticas”.

Columnas
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Cerveza México

En los meses que se aproximan, cuando el sol castiga, pocas cosas resultan tan reconfortantes como una cerveza bien fría. Esta bebida, hoy muy presente en la sociedad mexicana, cuenta con una historia algo reciente, marcada por intensas rivalidades comerciales, decisiones políticas estratégicas y una ardua batalla contra otra bebida profundamente vinculada con México: el pulque.

A pesar de que la cerveza cuenta con una historia milenaria en el mundo, su consolidación en el territorio mexicano fue considerablemente tardía. Mientras Europa ya contaba con tradición cervecera, en México reinaba el pulque, esa bebida fermentada de los pueblos originarios derivada del maguey o agave.

Los españoles trajeron consigo la cerveza durante la Conquista, pero esta permaneció debajo de otras bebidas como el vino o el pulque. Lejos de convertirse inmediatamente en la bebida popular que es hoy, la cerveza tuvo que esperar algunos siglos y la industrialización para su momento de gloria.

Hacia finales del siglo XIX la cerveza enfrentaba un obstáculo formidable: su precio. Una botella costaba poco más o menos 30 centavos, cifra que hoy nos parece insignificante pero que en contexto representaba más que el jornal diario completo de un trabajador de clase baja, quien ganaba 30 centavos o una cifra menor.

En contraste, el pulque resultaba notablemente accesible: por apenas dos centavos se podía disfrutar de una generosa jarra. Además, las pulquerías abundaban por todo el país, especialmente en la capital, formando parte integral del espacio social y cultural mexicano.

Campaña

El panorama comenzó a cambiar durante el gobierno de Porfirio Díaz, quien visualizó en la industria cervecera una oportunidad de modernización y desarrollo económico. Con esta visión, implementó políticas para impulsar la producción cervecera nacional, entre ellas la reducción de precios de las cervezas mexicanas.

Sin embargo, el respaldo gubernamental no se limitó al ámbito económico. Para desplazar al pulque de su sitial de honor se orquestó una auténtica campaña de desprestigio. El periódico El Imparcial jugó un papel fundamental en esta estrategia —como lo señalan Ignacio Torres Adalid y Mario Ramírez Rancaño en su obra La Industria Pulquera—, publicando en 1901 una columna titulada Tragedias de pulquería, dedicada exclusivamente a documentar incidentes violentos supuestamente derivados del consumo de pulque o acontecidos en estos establecimientos.

A pesar de los esfuerzos gubernamentales el pulque continuó siendo la bebida predilecta de los mexicanos durante el Porfiriato e incluso a lo largo de la Revolución. Fue hasta el periodo posrevolucionario cuando finalmente la cerveza, junto con el tequila y el mezcal, comenzaron a desplazar efectivamente al pulque, tanto en términos comerciales como simbólicos.

Esta transición no solo representó un cambio en los hábitos de consumo sino también una transformación profunda en los símbolos de identidad nacional. El México moderno encontraba en estas bebidas nuevos emblemas que, paradójicamente, hoy consideramos profundamente tradicionales.

Así, la cerveza que hoy disfrutamos sin mayor reflexión representa el desenlace de una compleja historia de rivalidades, estrategias comerciales y decisiones políticas que transformaron el paisaje cultural y gastronómico de México.